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O los taurinos se toman a cachondeo la plaza de Valencia, o es la autoridad de la misma plaza la que de forma descarada le falta al respeto. En todo caso unos y otros han convertido la tarde del da grande, el de San Jos, en una verbena de pueblo.

La corrida (?) de Nez del Cuvillo nunca debi pasar el reconocimiento. En primer lugar por falta absoluta de presencia, adems de su endeblez. En Madrid habra sido, como mucho, una novillada, con reparos. Y en plazas de rigor como Bilbao y Zaragoza sera impensable que pudiera lidiarse como corrida de toros.

En la verbena de San Jos tomaron parte tres encopetados matadores, los muy distinguidos y celebrados Enrique Ponce, Sebastin Castella y Jos Mara Manzanares. Tres matadores de toros que renunciaron de facto a la alternativa para matar los novillos de Cuvillo. Ojal que inmediatamente vuelvan a su escalafn.

Por ejemplo, don Enrique Ponce que anda celebrando, y de qu manera!, sus 20 aos de alternativa. Cort una oreja, de las ms rateras de su carrera. En su primer novillo anduvo como si estuviera en una plaza de tientas. Faciln y rutinario, sin apretarse, sin cruzarse y con el pblico a favor. Slo necesit de un bajonazo para que le dieran la orejita de turno. El otro animalejo no poda con el rabo y se neg a embestir.

Castella fue objeto de una arbitrariedad del presidente. Me explico: haba utilizado su repertorio de todas las marcas, sin faltar derechazos, circulares, naturales y efectismos. Mat de una estocada trasera. Le pidieron la oreja pero el palco se plant. Hombre, si a Ponce le haba dado una, por qu se la neg usted al muchacho, tan buen chico y tan cumplidor torero?.

En el quinto repiti los pases cambiados, los circulares invertidos y dems efectismos infalibles, pero fall con la espada. El presidente debi respirar tranquilo porque le habran pedido hasta las patas, en venganza.

Manzanares ante dos moruchos tir lneas, meti pico y se aburri. Lo mejor: su brevedad. Gracias muchacho porque se echaba la noche y hasta la bruma cubra la plaza.