Ferrán Torres es un jugador de fútbol. Pero también es la resistencia. Resistencia entendida como capacidad para subsistir en un ambiente hostil. Para ser determinante cuando el viento sopla fuerte en dirección contraria. Pero este valenciano de mirada cada vez menos infantil (dio el salto al Manchester City siendo un crío de 20 años) está acostumbrado a hacer de la competencia, virtud. Competencia bien entendida. Competencia para crecer.
Competencia a veces gigantesca como la que representa esta temporada Robert Lewandowski. El ariete polaco del FC Barcelona ha empezado el curso enchufado, lo que cierra puertas a los que aspiran a jugar en posiciones cercanas. Ferrán, sin ser delantero, a veces ejerce como tal. Pero con todo el frente de ataque catalán desatado, resulta difícil tener opciones de gozar de minutos.
Un triunfo clave
Ocurre que él, como ha hecho desde que llegó a la ciudad condal, aprovecha como pocos esas ventanas de oportunidad. El mejor ejemplo fue su participación en el 1-5 al Mallorca, un partido en el que ejerció de inicio precisamente ocupando el rol de Lewandowski. Él Ferrán, no dudó en aprovechar la oportunidad para lucirse. Y de qué manera.
Abrió el marcador en el minuto 12 en una acción de pillería en la que supo aprovecharse de una zaga rival que sufrió con su movilidad y llegada desde segunda línea, ésa que tanto supo explotar con sus compañeros. Fue el de Son Moix un triunfo de estos que puede marcar una temporada visto que, con el tropiezo del Real Madrid en San Mamés, el FC Barcelona vuelve a ser el favorito a ganar LaLiga en los pronósticos de Betfair. Los culés tienen, según los pronósticos, un 61% de probabilidades implícitas de llevarse el campeonato.
Aviso a navegantes
El caso es que él Ferrán, supo hacerse hueco para lucir con brillo y unirse a la comparsa de redención con la que el Barça de Flick recuperó la confianza y, de paso, dejó varios mensajes en el camino. Uno de ellos pudo ir dirigido a Lewandowski, no especialmente fino en las últimas jornadas. Ante Las Palmas (1-2) no vio puerta. Y contra el Mallorca no jugó ni un minuto. Desde el Barça se insiste que fue por descanso, pero, de paso, también pudo servir de acicate para que el polaco no baje el listón de una exigencia que está especialmente alto esta temporada.
Entre tanto, Ferrán, a lo suyo. Siempre en el disparadero de una posible salida que él niega cada vez que le preguntan, su rendimiento con el Barça es, en número, mejor de la sensación que tiene un imaginario colectivo que lo encasilla con frecuencia en el rol de secundario sin importancia. Nada más lejos de la realidad. Desde que pisó el Camp Nou no ha bajado de siete goles por temporada y el curso pasado, en medio del huracán culé, cerró buenos guarismos: once goles y tres asistencias.
Un gol cada tres partidos
Esta temporada apenas suma 535 minutos entre doce encuentros (44 por partido), pero ya ha logrado dos goles y ha dado dos asistencias. A saber: marca un tanto cada cada tres partidos. Una media interesante para un jugador que tiene que conformarse con competir casi siempre los minutos finales y desde el banquillo. Pero a él no le importa y aguanta. Porque Ferrán Torres es, en el Barça, la resistencia.
Comentarios