Cuando Endrick Felipe Moreira de Sousa cumplió la mayoría de edad y se anunció su fichaje oficial por el Real Madrid, el panorama en el equipo merengue era más que propicio para la presencia de este joven delantero brasileño en la plantilla blanca. Porque para cuando el acuerdo se publicitó, el vigente campeón de Europa sólo tenía a Joselu como único delantero centro.
La salida de Benzema y el fichaje frustrado de Mbappé había dejado vacante incluso el dorsal '9' en una situación histórica nunca antes vista en el conjunto blanco. Ahora, casi un año después, el escenario es totalmente distinto. El Real Madrid ya tiene '9' (el mismo Mbappé) y una carencia de oportunidades que, en el caso del brasileño, se ha convertido en una evolución estancada. El chaval apenas juega y, cuando lo hace, no tiene fortuna con la portería rival.
Hasta el inicio de la Supercopa, Endrick sólo ha disputado 16 partidos con un escaso bagaje goleador de dos dianas: una en Champions (al Stuttgart) y otro en Liga (al Valladolid). Sucede (y quizá no es casualidad) que ambos tantos llegaron en el inicio de temporada, cuando el Real Madrid todavía no atisbaba los horizontes de una depresión de resultados que, otoño mediante, lo descabalgó de la Champions y frenó en LaLiga.
La necesidad de la vieja guardia
Así que, llegado el momento de la verdad, y cuando Ancelotti le vio las orejas al lobo, decidió aferrarse a una de sus máximas para confiar en el núcleo duro del vestuario. Su guardia pretoriana parece haber respondido a tiempo para reconducir el rumbo, sobre todo en Liga, donde los blancos ya son líderes. En Champions el asunto es diferente y todo apunta a que los merengues tendrán que jugar la repesca en dieciseisavos. Ahora mismo, en las apuestas de Betfair, los blancos están en el grupo perseguidor del Liverpool, principal favorito. Los pronósticos dan a los blancos un 14% de probabilidades implícitas de levantar la 16ª orejona.
Ese cambio de guardia, ese apostar por los de siempre, es lo que ejerció de rotación negativa para un Endrick que pasó de tener minutos para dar descanso a los más habituales a quedarse sin los suyos precisamente porque eran los habituales los que tenían que sacar las castañas del fuego.
En ese escenario, es complicado rendir, aunque el ratio de goles - minutos jugados de Endrick no es tan malo: un tanto cada 124 minutos, esto es, cada partido y medio. Sucede que, en verdad, Endrick ha tenido poca presencia en este tramo final de temporada. Excluyendo los 90 minutos que jugó ante la Deportiva Minera en Copa, Endrick sólo disputó 51 minutos entre el 2 de octubre, cuando jugó de titular en la derrota ante el Lille en Champions (1-0) y el partido precisamente de Copa contra los murcianos.
Esto es: en 16 convocatorias, apenas tuvo una media 3 minutos por cada una de estas presencias en la lista. Así es complicado tener capacidad para ver puerta. Y eso que precisamente contra el Atlético Minera, en Copa, tuvo oportunidades. Pero ninguno de los cinco goles del equipo (0-5) salió de sus botas. Un lastre complicado para un jugador que batalla y le pone ímpetu, pero que como todo delantero (especialmente sin minutos) necesita ver puerta para tener continuidad.
Sin salida en enero
Por usar una comparativa, a estas alturas del campeonato, sin ser titular, la temporada pasada Joselu ya sumaba nueve tantos, amén de una asistencia. Ésa es la diferencia que se está encontrando Endrick para encontrar minutos, en un encallamiento que, sin embargo, no tendrá consecuencias para el mercado invernal. El Real Madrid no tiene pensado darle salida en forma de cesión aunque incorporare a otro equipo pudiera servirle para tener los minutos de los que no goza en Concha Espina.
Pero insisten en la capital que la temporada aún es larga y que nunca se sabe qué circunstancias pueden acabar dando con la necesidad de contar con sus servicios, especialmente visto que el Real Madrid no tiene últimamente mucha suerte con las lesiones. Además, en el Bernabéu también saben que la calidad de este tipo de jugadores nunca hay que desdeñarla, aunque sea para aparecer en momentos puntuales. Que se lo digan a Anelka en los 2000, cuando sus dos goles más importantes (y casi los únicos) que hizo con la zamarra blanca fueron para eliminar al Bayern de Múnich en semifinales.
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