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Los Philadelphia 76ers viven un momento excepcional. Pese a esas semanas iniciales de dudas relacionadas con la gestión de su técnico, Doc Rivers, el equipo se levantó. Con nota, pues abrieron el tradicional día de Navidad con la octava victoria seguida. Con los ingredientes que harán de esa plantilla diferencial. Joel Embiid (35+8 y James Harden (29+12+4) dupieron tumbar a unos New York Knicks (112-119) de más a menos durante todo el partido. Robaron la Navidad.
Y eso que la racha de los Sixers vivió una jornada a prueba de bombas. Entre el horario de mediodía de Nueva York y unas sensaciones alejadas a la máxima competitividad no salió el mejor partido posible. En gran parte, porque esos Knicks que en las primeras semana de curso solo ganaban a los peores y perdían con los mejores daban el paso más. En defensa, alejando a Embiid del aro y con una contundencia en los rebotes excepcional. Y en ataque asumiendo mucho más volumen de tiros que los de la ciudad del 'amor fraterno'.
Así se entendió que en la primera parte barriesen a sus rivales con un 19-3 en puntos tras rebote ofensivo. Los Sixers chocaban en ese aspecto y se sumaba un Julius Randle brutal, además de los 11 puntos de Brunson en el primer cuarto. 25 puntos, cuatro triples y gran selección al estar solo en ISO antes del bocinazo. En anotación, el que más desde hace 25 años el día 25 de diciembre e indefendible para unos Sixers alejados de su máximo (27-40, 14'). Les mantuvo a flote en el partido un buen Embiid que llenó de faltas a Sims y Robinson -cayó su tercera antes del descanso-, los cuatro triples de Melton y el de Milton desde el mediocampo coincidiendo con el descanso (63-60, 24').
Un gran esfuerzo de los Knicks con poco rédito. Con la reanudación regresó su empuje, por medio de Barrett y Brunson, pero Embiid con un enorme dominio en la pintura se encargó de dejar a los Sixers en el partido (85-89, 27'). Es un jugador demasiado grande y móvil para cualquier par. Y aunque los locales quisiesen estirar su renta bajo la dirección de Brunson con asistencia a Sims y Quickley chocaban con un Harden despierto con dos triples en el momento justo (96-95, 36'). Partido, con todo por decidir.
Y meter en el partido a los Sixers en el estado de forma actual puede ser negativo a más no poder. Tanto que dos triples de Harden y Niang devolvieron a 'Philly' al mando. Algo que no ocurría desde la primera posesión de partido (98-101, 38'). Y esa irrupción de un secundario unido a las estrellas se repitió, con Niang ejecutando con otros dos triples. Philadelphia ponía la directa (100-108, 40').
Los Knicks, antes llenos de soluciones ofensivas, entraban en barrena. Anotaba Barrett, pero la circulación ofensiva desaparecía y golpeaban Harden además de cuatro puntos de un Embiid demoledor (116-102, 42'). Y si existía alguna amenaza de cambio, Niang la enterró con otro triple más. Un final monstruoso, lleno de variantes para volver a evidenciar que los Sixers son un equipo competente en el Este. "Fuimos más físicos, supimos mover el balón con James y el equipo estuvo dentro de la misma energía. Es un gran base y Niang aportó grandísimos tiros", señaló Embiid.
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