ALauri Markkanen le cambió la vida el último año. El nombre del finés suena a estrella, a proyecto, a puntos. Pasó de ser un unicornio, con todo lo que el término significa en el baloncesto moderno, a ser caballo de batalla. En los desastrosos Utah Jazz tomó la situación por los cuernos y la NBA le premió con el más mejorado del curso. All-Star legítimo. Candidato a MVP si se desarrolla bien su franquicia.
También le cambió en el plano vital. Tras un curso soñado no vivió la vida de estrella, se comprometió con su país. En Finlandia es obligatorio realizar el servicio militar hasta los 30 años, y Markkanen, de 25, decidió dar el paso. "Debemos hacerlo y nos enorgullece", confesó.
Debemos hacer el servicio militar y nos enorgullece
Todos lo hacen (algunos, como pasa mayoritariamente con los jugadores de hockey, lo dividen en dos años) y Markkanen paró su verano de baloncesto por las maniobras. Eso sí, acudió al Mundial aunque sin demasiada suerte. Finlandia no fue la del EuroBasket y quedó eliminada con un Markkanen algo desdibujado (25% desde el triple).
Pues bien, menos de un mes antes de regresar a la NBA y en plena época de inicio de entrenamientos, Markkanen anunció que lo había completado. "Fue fantástico, conocí a gente increíble", reconoció. El paso obligatorio estaba dado. De vuelta al baloncesto.
Llega a un curso para saber qué son los Utah Jazz. Si un equipo sin expectativas dentro del salvaje Oeste, o un núcleo joven que quiere post-temporada. La confianza en su líder es plena, se ha ganado ser referencia tras promediar 25,6 puntos, 8,6 rebotes y firmar partidos salvajes como uno de 49 sin perder balones.
Markkanen tirará del carro. "No necesita mucho. Para ser un jugador All-Star no quiere tener mucho balón. Encuentra la forma de anotar. La gente no se da cuenta, pero mide dos metros, es fuerte, bota...", analizó Jarred Vanderbilt, que fue su compañero y renovó con los Lakers, sobre su figura. De la mili a ser una estrella.
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