Una lesión seria, gajes del oficio, ha interrumpido la primera experiencia de una deportista española en una competición federada de hombres. La jugadora del Balonmano Albacete Mireia Rodríguez se rompió el ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha en la última jornada de la fase regular de la Segunda División masculina de Castilla-La Mancha, en un partido contra el Herencia. El 24 de marzo fue operada, ha empezado ya la rehabilitación y cuenta los días para volver al pabellón del Polideportivo Feria para ejercitarse de cintura hacia arriba. "Formo parte de ese equipo y es un compromiso", argumenta la jugadora que ha sentado un precedente en el deporte español.
Otra balonmanista pionera, la internacional sueca Louise Sand, que cambió de sexo, sin embargo ha dado un paso atrás. Después de enrolarse y debutar con un equipo masculino de su país, la mala aceptación entre sus compañeros le ha llevado a abandonar el balonmano a nivel competitivo. Dos experiencias contrapuestas de inclusión de género en el deporte.
Mireia Rodríguez manifiesta su intención de seguir compitiendo con sus compañeros a partir de la próxima campaña. "No pisar el campo es muy duro, pero lo bueno de esto es que me ha pasado en la parte final de la temporada, y que con las vacaciones el parón no será tan largo", explica Mireia, que sólo había dejado el balonmano por un periodo tan prolongado como el que le espera, medio año como mínimo, cuando dio a luz por cesárea a su hijo Leo.
Rodríguez, con una amplia trayectoria en equipos de División de Honor Plata femenina, asegura haber evolucionado como jugadora, "física y tácticamente para compensar la diferencia de fuerza" en los escasos cuatro meses que ha jugado en una liga y con rivales masculinos. Su irrupción en una competición de hombres, algo no permitido en categoría nacional pero sí en la autonómica, tuvo gran repercusión. "Como una aspirina efervescente", lo compara. "Trabajaba con presión, por el foco que estaba puesto en mí, pero luego se calmó y en la segunda vuelta todo el mundo ya me ha visto y se ha normalizo", relata.
Yo le he echado muchos huevos y hasta un entrenador me dijo que era muy valiente, pero cuando compites en igualdad, no por ser mujer te van a dar un trato de favor. Te respetan
La experiencia inédita de competir junto y contra hombres ha resultado para ella muy gratificante, al margen de la lesión fortuita que sufrió en un salto sin o con nadie. No ha experimentado ningún episodio de rechazo, ni siquiera intentos más o menos deliberados de intimidarla por la diferencia de físico. "Todo lo contrario", asegura. "Me he encontrado nobleza, deportividad. Yo le he echado muchos huevos y hasta un entrenador me dijo que era muy valiente, pero cuando compites en igualdad, no por ser mujer te van a dar un trato de favor. Te respetan".
A Loui, nombre de pila que adoptó Sand cuando cambió de género, no le fueron las cosas tan de cara en el HK Härra, equipo de la Segunda División masculina sueca, en el que debutó a principios de esta temporada. En una entrevista publicada recientemente en el diario Expressen, Sand, de 29 años, explicó que ha dejado de jugar partidos por propia decisión. "Fue un gran cambio para mí, con el balón de hombres y el físico. Ni siquiera estaba en condiciones de ser convocado. Durante meses me entrené como un demonio y fui mejorando", relata Sand, que se había sometió a una mastectomia y siguió un tratamiento hormonal.
"Ojalá hubiera funcionado, pero desafortunadamente ha sido el caso. De repente se pasó a una situación competitiva y ya no era tan popular, me di cuenta de inmediato. Aparecieron los celos y el mal ambiente", explicó el jugador, que decidió dar un paso a un lado y limitarse a participar en los entrenamientos de su equipo. "El balonmano ya no es mi prioridad. Primero está mi salud mental y las conferencias en las que trabajo".ç
Ojalá hubiera funcionado, pero desafortunadamente ha sido el caso. De repente se pasó a una situación competitiva y ya no era tan popular, me di cuenta de inmediato. Aparecieron los celos y el mal ambiente
"¡Que se venga a Albacete!" exclama Mireia Rodríguez cuando se le plantea la situación de este jugador en circunstancias similares a las suyas, aunque con resultados muy diferentes. "Yo he tenido la suerte de que en mi equipo todo es muy fácil, son personas antes que deportistas. A mi nadie me ha juzgado por pesar 54 kilos e irme por agilidad de un rival que pesa 90. Fijémonos en el deportista, no en la etiqueta", defiende la jugadora del Balonmano Albacete, que además cuenta con el apoyo incondicional de su marido, Rubén Martínez, futbolista profesional del Albacete Balompié.
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