Jordi Ribera, seleccionador y director técnico del balonmano masculino español, afronta con el equipo nacional el Campeonato de Europa, una competición que los 'Hispanos' ganaron por primera vez hace dos años. Esta edición, que inaugura el año olímpico, tiene el aliciente añadido de una plaza para los Juegos de Tokio para el ganador, o para el segundo si el oro se lo adjudica Dinamarca, vigente campeón mundial y ya clasificado. Tras una corta preparación que incluía el Torneo Internacional de España, Ribera explica cómo llega su equipo al Europeo, antes de viajar a Throndeim (Noruega), donde debutarán el jueves ante Letonia.
- ¿Después de tres años al frente de la selección, ésta responde a la idea que tenía proyectada?
- La selección tenía ya un bagaje y una forma de funcionar cuando yo cogí el equipo. Aquello que entendí que funcionaba bien lo hemos mantenido y luego hemos intentado adaptarnos a las exigencias de las nuevas tendencias. Como es normal, todo el mundo intenta marcar su sello. A lo largo de los años hemos mantenido unos criterios y eso nos permite, pese a la poca preparación que tenemos, gozar de unos automatismos que nos ofrecen siempre garantías. Para los jugadores es un placer el formar parte de la selección y defender a España. Lo demuestran por el ambiente entre ellos, por la fuerza que generan en la pista y su actitud siempre es competitiva. Esto ha existido desde hace mucho tiempo y es algo con lo que el entrenador disfruta.
- Ha movido 42 jugadores, 21 debutantes, más los que pasan por la selección B ¿Ese es todo el fondo de armario del balonmano español?
- Hay dos aspectos importantes: la búsqueda del rendimiento y la búsqueda del rendimiento futuro. Por la idiosincrasia del balonmano español, en estos diez años que los clubes han reducido sus presupuestos y que los jugadores se van al extranjero en cuanto les llega una oferta, necesitamos que los jóvenes sepan que la selección está ahí y que puede ser su máxima aspiración. El convencimiento de estar cerca del equipo nacional permite que todos estos jugadores tengan un aliciente para trabajar cada día. Su objetivo no debe ser jugar en el equipo de su ciudad, sino hacerlo en los mejores, llegar a la selección y disputar unos Juegos. Para eso necesitan cambiar su chip, que con 20 ó 21 modifiquen su rutina. Es la única forma de revertir una tendencia a entrenarse menos debido a las menores expectativas profesionales que pueden tener en nuestro deporte.
Para los jugadores es un placer formar parte de la selección, lo demuestran por el ambiente entre ellos y su actitud es siempre competitiva"
- ¿Su salida a equipos europeos de primer nivel supone una buena alternativa para la selección?
- Lo ideal sería que tuviésemos un Liga con más recursos y esos jugadores pudieran desarrollarse aquí, como pasaba antes. Ahora la selección es plural respecto a los países donde están. ¿Es mejor o peor? Lo más importante para nosotros es que surjan jugadores y nuestra labor es intentar que los que tengan talento vayan cubriendo las distintas etapas. Que Ferrán Solé se vaya ahora al Paris Saint-Germain es bueno, pero nuestra responsabilidad es que salga un Solé, un Dani Dujshebaev, un David Fernández, y eso no lo podemos hacer sin la ayuda de nuestros clubes.
- ¿Les beneficia que la mayoría de los internacionales en el extranjero trabajen con entrenadores españoles?
- Es una ventaja. Los entrenadores españoles han demostrado su valía en los equipos donde están. Que haya tres del Kielce, dos del Szeged o del Nantes ayuda, pero la selección tiene su propio funcionamiento, sus propios criterios, y los que vienen se amoldan en uno o dos días.
- 15 de los 17 que se lleva al Europeo estaban en el equipo campeón de 2017. ¿Es una apuesta por lo conocido?
- Cuando llegas a las competiciones importantes sería ridículo hacer un cambio sustancial porque eso significaría que no hemos hechos las cosas bien antes. Durante 300 días al año trabajamos para el futuro, pero cuando se acercan las competiciones importantes lo hacemos para el presente. Preparamos gente con un bagaje para entrar cuando hay que hacer cambios. Una selección es un grupo con roles y la suma es lo que da el éxito y hemos apostado por este grupo. Hay roles que han cambiado. Dani Dujshebaev tiene más protagonismo que entonces, cuando daba sus primeros pasos en la absoluta. Su hermano Alex ha cambiado también el suyo; ahora lo ha enriquecido con la faceta de central.
- ¿Pero hay relevo en la trastienda, o el escalón es demasiado grande aún?
- Cuando llegué a la selección veníamos de la decepción de no clasificarnos para los Juegos de Río y había una especie de obsesión de un cambio radical, pero eso es muy fácil decirlo. Las alternativas eran hacer grandes reestructuraciones como Suecia o Polonia, que desaparecieron de las grandes competiciones, o intentar hacer algo progresivo para seguir estando en primer plano. Sólo año y medio después ganamos el Europeo y el equipo ha seguido siendo competitivo introduciendo jugadores.
El equipo ha seguido siendo competitivo indroduciendo jugadores"
- El balonmano ha cambiado con las nuevas reglas, obligando a los técnicos a trabajar nuevos aspectos. ¿Está a favor o en contra?
- Yo no estoy de acuerdo con la regla que permite atacar con siete, porque ha modificado sustancialmente nuestro deporte, ha reducido la posibilidad de hacer defensas abiertas y es una forma de jugar muy autómata. No me gusta, pero nos tenemos que adaptar. No lo puedes obviar, porque si no lo entrenas, aunque no lo utilices, te lo van a aplicar los rivales, y el equipo tiene que estar preparado. Desde octubre de 2016, en nuestro primer entrenamiento, jugamos siete contra seis, y fue un cáos, porque España no había disputado los Juegos con esa regla. Con los juveniles lo introducimos como algo normal en las concentraciones en el CAR de Granada .
- El Europeo puede obligarles a jugar en tres países y, posiblemente, disputen tres competiciones en ocho meses ¿Se respeta así al jugador?
- No todo tiene que ser un negocio, sino que también debe primar el aspecto deportivo. ¿Porqué los partidos por las medallas se juegan el 25 y 26 y no el 1 y 2 de febrero, lo cual permitiría que todos los equipos tuvieran diez días para entrenar tranquilamente? Es difícil de entender que tengamos que rodar por tres países y que no haya las mismas condiciones para todos, porque hay participantes que eligen grupos por proximidad sin ser los organizadores. Se dan una serie de ventajas antes de empezar cuando nos jugados cosas muy importantes. Las listas de preseleccionados tienen que ser más amplias, y no es lógico estar sujetos a 16 durante los campeonatos sin poder dar descanso a un jugador que lo necesite. Afortunadamente a partir del Mundial serán 18. Tampoco se puede jugar dos partidos seguidos. Hemos visto en el Mundial que cuando esto sucede, si el rival no ha jugado también el día anterior, estás sacrificando el rendimiento del que encadena dos encuentros seguidos. Si queremos mejorar nuestro deporte tiene que haber por lo menos un día de descanso.
- España ha sido tercera, segunda y campeona en las tres última ediciones. ¿El Europeo es una competición que se les da particularmente bien?
- Es una competición complicada. El que España haya tenido buenas clasificaciones y que hace dos años fuéramos campeones es ya historia. El presente es el presente y nos toca labrarlo. No me obsesiona lo que hemos logrado sino lo que vamos a hacer ahora y lo que necesitamos para conseguirlo.
No me obsesiona lo que hemos logrado en el pasado sino lo que vamos a hacer ahora y lo que necesitamos para conseguirlo"
- ¿El balonmano español no se podría permitir una segunda ausencia seguida de su selección masculina en unos Juegos?
- Desde que empezamos el ciclo olímpico es algo que siempre ha estado presente. El grupo que vivió la experiencia de no clasificarse en el Preolímpico de 2016 en Suecia tiene un obsesión para llegar a estos Juegos. Eso es bueno, genera una mayor fuerza, y más en gente madura que sabe cómo gestionar esa presión. Estamos al 100% para poder llegar ahí, pero el mundo no se va a acabar, tanto si nos clasificamos como si no. Si lo logramos seremos muy felices y encararemos unos Juegos con máxima ambición.
- Tokio puede ser la última competición de la columna de esta selección. ¿Habrán cubierto entonces su ciclo?
- Tengo claro que esos jugadores son competitivos en sus clubes y cada vez que vienen a la selección se puede decir que son los mejores en sus puestos. ¿Por qué dejarlos fuera? ¿Porque tiene 35 ó 36 años? Ser joven es un estado y se convierte en virtud si hay talento y empuje para sustituir a los que están. Si algo hemos hecho en esta etapa es dar oportunidades a muchos jugadores para que estén preparados para el relevo, pero ahora tenemos unos que nos están ofreciendo un rendimiento que no podemos obviar. Hay que seguir disfrutando de eso; habrá un momento determinado en que no den más de sí y habrá que detectarlo, pero cada vez que hacemos una selección reunimos a los que mejor lo pueden hacer en ese momento. Es una apuesta en la que nos podemos equivocar, pero cuando se adopta la decisión siempre creemos que es la mejor. Estamos ante una selección que, aparte de lo que es a nivel individual, es un grupo fuerte y la integración de los jóvenes lo ha hecho más fuerte a nivel anímico.
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