Carrasco contra el fro 5p2c2w

Carrasco para todas las cosas. Para vapulear al Granada un sbado y para descerrajar al Rostov un mircoles. Tiene el belga desparpajo y una confianza ilimitada en su regate, pero resulta casi mejor que, como sucedi ayer en la que movi por fin el marcador, la jugada le pida un solo toque. Porque la pega que la rompe. La haba puesto Juanfran desde la derecha, la haba peleado Torres y le haba cado a Yannick en el segundo palo, desde donde la puso en la jaula para demostrar que est de dulce y para, de paso, apretar la tuerca de una renovacin que a este paso le saldr al Atltico por un ojo de la cara. El que vale Carrasco.

El Atltico decidi enseguida que el partido caera por su propio peso. Se haba visto tan superior en los diez primeros minutos que no le caba otra cosa en la cabeza. En ese intervalo acumul una oportunidad inmejorable de Correa, otra muy buena de Yannick y una cada de Fernando Torres en el rea que tuvo muy mala pinta. El partido apuntaba a monlogo y el Rostov decidi refugiarse en la lnea de cinco atrs y jugrsela a una carrera de los de arriba. La gente del Cholo jugaba razonablemente bien, pero no acertaba con la ltima. Con la buena.

Quizs el problema pasara por el hecho de que el futbolista que mejor relacin mantiene con el gol fuera precisamente el que menos apareciera durante ese primer acto. Repasen el prrafo anterior y comprueben que falta Griezmann. El francs no la encontraba y eran sus tres compaeros ya mencionados los que, siempre a las rdenes de Koke, buscaban las costuras locales. Volvi a fallar Correa lo que no se debe fallar, volvi a incordiar Carrasco, volvi a disparar Torres... agua. De momento agua.

Imperial Savic
Savic se bastaba atrs, para qu vamos a negarlo. Apenas hubo un susto para la escuadra rojiblanca antes del descanso, en jugada mal resuelta por Azmoun. Lo dems corresponda al central montenegrino, que haba sacado la escoba para barrer lo que se terciara. A la grada, la verdad, le bastaba con que su muchachada anduviera ah abajo, jugando Champions ante todo un Atltico, as que antes de la media hora ya andaba con la imperdonable ola: todo lo malo se pega, por muy lejos que est Rostov o mucho fro que haga. Que lo hace, por cierto. Vaya si lo hace.

As que, aunque se sintiera dominador, el equipo del Cholo se march al camerino con la certeza de que haba desperdiciado 45 minutos y con la sospecha de que en la mxima competicin continental conviene no hacer ese tipo de concesiones. Aunque, por otra parte, tambin es cierto que un gol suele valerles y que, por lo que sea, ste es equipo de segundas partes. En ese sentido todo permaneca en orden, como Carrasco se encargara despus de demostrar. Cada cosa en su momento.

Sali sosa la segunda parte, as que Simeone puso la sal: Gameiro por Correa, lo que retras la posicin de Grizzi. Bingo, porque el 7 estuvo en la gnesis del gol. Poco antes del mismo un cabezazo de Torres algo desviado ya haba devuelto las aguas a su cauce, el de la superioridad visitante, y enseguida lleg la diana de Carrasco. La del zapatazo. Ms vale tarde que nunca.

La tropa de entrenadores que tiene el Rostov movi piezas por fin, pero curiosamente lo hizo para retirar a sus dos delanteros. Savic se haba hecho un llavero con Poloz y Azmoun y ahora tocaba hacrselo con Prepelita y Doumbia. Desaprovechada ms de una ocasin para firmar la sentencia, especialmente un cabezazo de Griezmann que demand una gran estirada de Dzhanaev, el Rostov encontr por fin la suya: una excelente maniobra del ecuatoriano Noboa encontr las manoplas de Oblak. Que tambin estaba all, aunque hasta ese momento no se hubiesen requerido sus servicios.

Y ah muri otro partido resuelto por la mnima. Con ese gol que tarda en llegar, pero que decide el litigio. Como ante el PSV. Como ante el Bayern. Para poner al Atltico con nueve puntos en tres jornadas. El Cholo, por si acaso, complet su carrusel fortificando el mediocampo con Sal y Tiago. La ensima recuperacin de Gabi sirvi para demostrar que los arreones rusos eran eso, arreones, y que meterle mano a este Atltico resulta demasiado plato para un Rostov. Y as acab el viaje a Rusia y as podrn descansar de una vez estos dedos que estn a punto de perder la escasa sensibilidad que les queda ya. Perdonen la confesin, pero el cronista se ha quedado helado. A casita pues. Misin cumplida.