P. Honestamente, ¿qué opciones cree que habría tenido?
R. Con Pacquiao veía un combate más equilibrado, siendo que podía noquearme tranquilamente, por supuesto, porque era una máquina. Y con Mayweather es un combate mucho más difícil. Mayweather nació siendo mejor que yo. Pero ojo, yo tenía una izquierda que cuando pegaba hacía daño, entonces es lo que tiene el boxeo, que no es como el fútbol. En el fútbol pierdes 3 a 0, faltan dos minutos y ya se sabe lo que va a pasar. En el boxeo, no. Entonces digo ojo, hasta el último suspiro yo estoy con vida y las intenciones por lo menos de ganar estaban. Creo que Mayweather me podía ganar por puntos porque era más inteligente y mejor boxeador, y Pacquiao al ser un poco más arriesgado me daba más chances a mí. También podía noquearme, por supuesto, pero también me daba chances a mí de noquearlo a él.
P. ¿Siente miedo o respeto antes de un combate?
R. Se siente algo, algo. Como cuando se enamora uno dice que siente mariposas, cuando uno va a boxear yo digo que se siente murciélagos. Entonces probablemente sea algo de eso. Sí, algo hay. Uno no va a comprar el pan al mercado, va a boxear. Entonces yo, por más frío que sea, mis pulsaciones antes del combate las tengo en 52-55, estoy casi muerto antes de subir a un ring, pero algo hay. ¿Por qué? Porque está el no querer fracasar... No fracasar, el no querer hacer el ridículo. Más que que te peguen, a los boxeadores no nos duele que nos peguen, nos duele hacer el ridículo, quedar en evidencia, quedar expuesto y eso sí que te da algo acá adentro. Es como algo que pica, que molesta, que hace cosquillas.
P. ¿Hay algún rival contra el que pensó que nunca más querría boxear, aunque le ganara?
R. Con el que dije 'mama mía, de la que zafé', porque menos mal que sólo me dio un golpe bien puesto, fue Kelly Pavlik. Increíble, cuando terminó el combate dije: 'Madre mia, de la que zafé'. Porque si me entraba una mano, digo 'este me manda al hospital'. Era tremendo. Sí, ahí sí que no... Menos mal que gané bien, gané bien. Fue de los mejores triunfos de mi carrera y todo perfecto, todo genial. Me llevé cuatro cinturones, un montón de pasta, todo lo que quieras, sí. Pero las balas me pasaron rozando, me sacaban brillo. Mucho peligro, sí.
Con Kelly Pavlik pensé 'mama mía, de la que zafé'; las balas me pasaron rozando
P. ¿Se siente reconocido en su país?
R. Sí, sí, aquí sí. La verdad que el cariño, el reconocimiento y el respeto que hay para mí es desmedido. Yo no hice tanto, solo fui boxeador. Hay gente que se cruza conmigo y se pone a llorar simplemente con verme, se pone a llorar y uno que viene y se pone de rodillas y me abraza, me da la mano para darle la mano y se arrodillan y algunos me dicen unas palabras increíbles. ¡Madre mía! Y eso es algo para lo cual yo no estaba preparado. Uno no se entrena para eso.
P. A Messi le costó ese reconocimiento.
R. Sí, sí. Al pobre Messi le costó mucho más de lo que merecía, muchísimo más. A mí me costó llegar aquí también, me costó muchísimo. Yo fui conocido recién, en el año 2012. Ya era campeón mundial desde hacía tiempo, estaba combatiendo en Europa, estaba muy bien. Combatiendo en Estados Unidos, tenía títulos mundiales en diferentes categorías. Era en Estados Unidos uno de los mejores no solo boxeadores, sino deportistas extranjeros. Y acá en Argentina me conocía mi vieja y cuatro más. Entonces entiendo también lo que es por lo que pasó Messi, no lo merecía para nada. No lo merecía. Pero la verdad que es el reconocimiento... Está bueno el reconocimiento al trabajo. A mí no me gusta ser famoso, me gusta que reconozcan mi trabajo, eso sí me gusta.
P. Se va a cumplir un año del Mundial de Qatar. ¿Qué significó para el país?
R. Creo que fue de las locuras más bonitas que vivió la Argentina en su historia, porque acá el fútbol es extremadamente importante, porque el fútbol de la selección argentina es de las pocas cosas que unen al país. El país está muy dividido. Hay una famosa grieta política de la que se habla, pero el fútbol logró unir a todos y el haber logrado el Mundial hizo que pudiese abrazarse gente que en otras condiciones y en otra situación no lo hubiesen hecho jamás. Se abrazaron, lloraron juntos... Cuando vino la selección llevó a la calle a 5 millones de personas. Una locura en la 9 de julio, una salvajada. Eso te habla de la importancia del fútbol y habla de las carencias de otras cosas. Cuando uno apuesta mucho por un deporte es porque necesita un cable a tierra, una descarga. Necesita un cariño. La gente necesita algo y como no lo reciben por otro lado, no lo reciben por parte de los políticos, lo buscan por el lado de los deportistas. Por eso a veces los deportistas... Messi estuvo tan en boca de todos, tan en algunos momentos cuestionado, en algunos momentos idolatrado, vuelto a cuestionar... Cuando se le da mucha importancia así como se le dio al fútbol casi por historia, habla de las carencias en otros sentidos, socioculturales. Habla de un problemita bastante profundo, cosa que nadie lo ve, nadie ve ese problema.
P. Ha hablado de las grietas políticas que hay en Argentina. ¿Cómo ve la llegada de Milei?
R. Con esperanza, con esperanza. Ojalá haga algo de lo que venía hablando. Ojalá por el bien del país. El país está muy, muy, extremadamente muy lastimado a nivel financiero, sumergido 800 kilómetros bajo tierra. Y lo peor es que hasta anímicamente la gente está golpeada, lastimada, está en la lona y a veces parece como que no... Lo que hay es resignación, da igual, es como que da igual lo que haga Milei, da igual. Lo votamos porque lo votamos, pero da igual. Eso duele, ver gente desahuciada, ver gente perdiendo lo más importante, la esperanza.
P. ¿Es usted mejor boxeador o actor?
R. Ojalá sea mejor actor. Ojalá, ojalá. No sabría decir. Creo que por los años de trayectoria que tengo, por ahora boxeador.
P. ¿Qué significa España para usted?
R. Uh, mi casa, mi casa. De España ya no me voy, me tienen por siempre, no me voy más de Madrid. Ahora estoy viviendo en la avenida Fuencarral. Mejor ubicado, imposible. Vivo con mi chica, con mi novia. Estamos los dos enamorados ahí, entre la glorieta de Bilbao y Quevedo. Ahí vivo una zona maravillosa, hermosísima. El fin de semana tenemos la calle peatonal, un paraíso, por más que haga frío, lluvia, nieve, da igual. Es hermosísima zona y toda España es mi casa. La calidez que necesitaba para mi vida la encontré en el pueblo español. Ya muy pronto tendré mi nacionalidad española también, así que seré Martínez Paniagua. Los dos apellidos son Martínez Paniagua.
Redacción:
Manuel Malagón
Diseño / Maquetación / Infografía:
Emilio Alcalde - Raúl Escudero - Antonio Barrado - Miguel A. Carbonero - MARCANIT
SEO:
Adrián Torres
Fotografías:
Pablo Moreno - MARCA
Vídeos:
Joseba Arroyo