Tráfico

Nacidos para conducir: los hombres y mujeres que llevan el volante en las Fuerzas Armadas

Reportaje Conductores militares

Un conductor de obús M109 en prácticas en la Base Militar de El...
Un conductor de obús M109 en prácticas en la Base Militar de El Goloso. Fotos: Jaime S. de la Maza

No todo es servir y proteger en el Ejército

Algunos eligen llevar el volante y labrarse un futuro en la vida civil

Como los soldados que piden ser destinados a las Agr. de Transporte

FOTOGALERÍA: Un día con los conductores de las FF.AA.

Hay un lugar donde es posible conducir todo tipo de vehículos, desde motocicletas, todoterrenos, furgonetas, furgones, ambulancias, autobuses, camiones, trailers y semirremolques hasta carros de combate, 'tanques', tanquetas, obuses, blindados, aerolanzables, artillería móvil, vehículos oruga, cañones de asalto, destructores, lanzamisiles, cazacarros y muchos más. Ese sitio es el Ejército de Tierra y, si la vocación no es suficiente para alistarse, tal vez sea una razón igual de poderosa la oportunidad de conducir decenas de vehículos que sólo existen en las Fuerzas Armadas (FFAA).

Nos hemos introducido durante dos jornadas completas en la Agrupación de Transporte número 1 (AGTP-1), situada en el barrio de Canillejas de Madrid, y en la Brigada de Infantería Acorazada (BRIAC) Guadarrama XII, con guarnición en la Base Militar de El Goloso, para conocer un poco mejor el trabajo de los conductores del Ejército y convivir durante unas horas con esos hombres y mujeres que, además de la vocación militar y el espíritu de servicio, comparten una inmensa pasión por el motor y disfrutan del placer de conducir.

Son las 6:45 de la mañana de un día cualquiera en el Acuartelamiento San Cristóbal de Canillejas. El Teniente Coronel Julio Urquiza nos espera para franquearnos el paso a las instalaciones, un conjunto de edificios y hangares de diseño alemán que a principios de los años 40 ocupaba un terreno rodeado de huertas y olivares, pero ahora se encuentra en pleno corazón de un populoso barrio de Madrid y se ha quedado encajonado entre parques, bloques de viviendas y naves comerciales.

El patio de armas está ocupado por ocho camiones plataforma (góndolas) preparados para salir hacia la base de El Goloso, donde deberán recoger y cargar ocho Leopardos 2E para trasladarlos hasta el Campo Nacional de Adiestramiento (CENAD) San Gregorio de Zaragoza, el campo de maniobras más grande de España y uno de los más importantes de Europa. "Es un traslado pequeño, normalmente desplegamos el doble de góndolas y otros tantos VEMPAR (Vehículos Especiales Multiplataforma de Apoyo y Recuperación). Sin contar con los autobuses para movilizar a la tropa que vaya a participar en el ejercicio de la BRIAC", nos aclara el teniente coronel.

En un despliegue masivo de unidades pueden participar hasta 200 conductores y encargados de vehículos. Pero, ¿quiénes son los conductores del Ejército, qué les mueve a serlo y cómo se forman? Son soldados y cabos ("a veces, algún cabo primero") a los que les apasiona conducir y se forman en escuelas de conductores militares de toda España. "Lo normal es que lleguen sin carnet al Ejército. Algunos suelen ingresar con el A (motocicletas) o el B (turismos), y puede haber alguno que aparezca con el C (camiones), pero lo habitual es que se lo saquen en las Fuerzas Armadas", explica el Capitán García, destinado en la AGTP-1 y responsable al mando de la columna de góndolas.

"Tenemos escuelas de conductores en algunos acuartelamientos de España, que son las que forman a los soldados que quieren sacarse cualquier carnet. Pero, para llegar a la Agrupación de Transporte, lo ideal es que tengan al menos el permiso de conducir C. De hecho, las vacantes que se sacan en este tipo de unidades suelen tener la exigencia del C, lo que implica que los destinados son gente con años de servicio en el Ejército. Luego nosotros los formamos para el C+E (camiones con remolque) y una vez que se lo sacan ya están listos para conducir vempar y góndolas. También nos llegan soldados con el D (autobuses) y a esa gente la mandamos directamente a la compañía de transporte de personal. No es fácil entrar aquí, hay muchos soldados que tardan años en llegar", advierte el capitán.

Pero, ¿por qué están tan solicitadas las agrupaciones de transporte? La respuesta está relacionada, por un lado, con el tipo de misiones que hacen este tipo de unidades y, por otro, también hay que decirlo, con la salida laboral que se ofrece cuando regresan a la vida civil, ya que el Ejército no es para siempre. "Son gente que, aparte de apasionarles el mundo del motor y la mecánica, les apasiona también el tema del transporte. Para los soldados de empleo, los que causan baja en las FFAA cuando cumplen 45 años, es un gran aliciente poder tener todos los carnés de conducir y demostrar que han estado conduciendo ese tipo de vehículos, porque en la vida civil se les abren muchas puertas para el tema profesional", reconoce el Capitán García.

"De los 90 soldados que tengo en mi compañía, seis o siete acaban de irse porque han aprobado para la Empresa Municipal de Transportes (EMT) de Madrid. Y ya hay otros 10 ó 12 interesados en presentarse al próximo examen dentro de unos días. Con la experiencia y los conocimientos que tienen, puedo asegurarte que seis o siete, como mínimo, van a aprobar. Todo el personal que se me va es porque encuentra trabajo con contrato fijo en empresas de transporte. Para este tipo de unidades, tener esa salida laboral es un aliciente impresionante. Cuando uno ve que tiene fecha de caducidad y que no puede quedarse en las FFAA, por mucho que le apasione, hay que buscarse la vida, yo también lo haría. Para nosotros es una satisfacción que la gente buena que tenemos, responsable y buenos conductores, aprueben para la EMT, Metro de Madrid o cualquier otra empresa".

Son soldados como la cordobesa Nuria Muñoz o la madrileña Elizabeth García Redondo, ambas conductoras de góndolas en la AGTP-1. "Antes de llegar aquí estuve ocho años destinada en San Roque, allí fue donde me enteré de la Agrupación de Transporte. Y como me gusta mucho conducir, pedí vacante. Tardé tres años, pero me la dieron. Cuando ingresé al Ejército yo ya tenía el carnet B, al año me saqué el C y luego el C+E, los dos en un año. Me presenté voluntaria porque a otros compañeros no les gustaba conducir. En algunas unidades, tener carnet significa estar siempre de maniobras y de un lado para otro, pero a mí no me importaba. Me encanta conducir", confiesa la soldado Muñoz, que durante cinco años estuvo compaginando el Ejército con su afición a los rallies.

"Dos veces al mes, que era lo que me podía permitir, subía a Cantabria para competir con un equipo de aficionados que conocí por Internet. Lo que me gustaba era la mecánica y siempre estaba con los mecánicos. Lo que no me gusta son los autobuses, prefiero un camión. En la calle me gustaría trabajar con camiones. Mientras sea una empresa de transporte me da igual, como si es fuera de España. Mientras sea conducir... Lo que más me gusta es la parte de logística, pero con los camiones, prefiero los camiones. Además, me encanta viajar y salir fuera de España".

La soldado García Redondo, en cambio, se decanta por los autobuses. "Me encanta conducir. Menos el carnet de moto y coche, que me los saqué en la calle, el resto los he obtenido en el cuartel. Los tengo todos hasta el E, puedo conducir de todo, hasta mercancías peligrosas. El de autobús acabo de sacármelo y estoy estudiando para la EMT. Espero ser conductora suya este mismo año. Mi idea es quedarme en Madrid porque mi familia y mi casa las tengo aquí, pero si tengo que irme fuera no pasa nada", reconoce.

Hables con quien hables en la Agrupación de Transporte, casi todos tienen claro que su vida fuera del Ejército seguirá pegada al volante. Como el soldado Francisco Javier Muñoz, un auténtico 'quemado' del motor. "Todo lo que tenga motor me gusta bastante. Practico motocross, tengo motos de agua y me saqué el carnet de patrón de embarcación militar porque mi antigua unidad tenía embarcaciones". Y esto no se acaba aquí.

"Tengo todos los permisos de conducir, hasta el D. Cuando llegué al Ejército ya poseía el A y el B. Aquí me saqué el resto en diferentes unidades por diferentes motivos, en una el C, en otra el C+E y por último el D en la Agrupación de Transporte. La verdad es que sólo puedo estar agradecido. Mi vida es conducir y el futuro seguramente sea eso. Acabaré conduciendo un autobús en la vida civil, porque como aquí no podemos seguir habrá que buscarse una salida", ite Muñoz con pena.

Acaba de regresar de una misión en Letonia donde hizo 16.000 kilómetros conduciendo un autobús y tiene comprometidos casi todos los fines de semana hasta verano con misiones por toda España, desde Cádiz y Almería hasta Zaragoza pasando por Madrid. "También me gustan mucho los camiones, siempre he trabajado con ellos, pero está mucho mejor remunerado y es más fácil conseguir trabajo como conductor de autobús con experiencia. La EMT no me llama mucho la atención porque circular por dentro de Madrid no es una cosa que me guste demasiado; prefiero hacer otro tipo de rutas. Preferiría trabajar en Socibus, por ejemplo, que cubre la ruta de Sevilla a Madrid, o en Alsa, que también tiene muchas líneas interurbanas".

Otros, como el soldado de artillería Luis Eduardo Martín, son monitores y defienden la calidad de la formación y el nivel de exigencia de las escuelas militares. "Hay mucha gente que se piensa que en el Ejército es más fácil sacarse los permisos de conducir, pero es todo lo contrario. Como en teoría no te cuesta dinero, los examinadores te exigen muchísimo más. Hay gente que se saca el teórico del D en el Ejército, que es el más goloso, y tienen que irse a la calle a sacarse el práctico porque aquí no consiguen aprobar", asegura el soldado Martín, que quiere ser profesor de autoescuela en la vida civil.

"Estoy intentando irme a la EMT al mismo tiempo que me estoy sacando el título de profesor de autoescuela por la calle, porque el título que tenemos nosotros no se puede convalidar con el de la calle, a pesar de que gran parte de las prácticas y las clases que hacemos son las mismas. Me gusta ser profesor, así que estoy con esto y con la EMT para irme de aquí; los que no somos permanentes nos vamos a la calle a los 45 años. A mí me quedan 10 años todavía; tengo tiempo, pero no puedes dejar pasar las oportunidades", explica Martín.

El cabo Fernando Julián López no tiene ese problema. "Yo, por suerte, hice un examen y ya me puedo quedar fijo en el Ejército. Vine de ascenso a cabo de la unidad de El Goloso y desde 2007 soy monitor. Soy de los afortunados porque puedo jubilarme en el Ejército, pero soy de los pocos", recuerda el cabo. Él también da fe de lo difícil que se lo ponen a los aspirantes a conductores. "Ha habido muchos casos de alumnos que no consiguen sacarse el permiso. He tenido algunos a los que les he dado ocho cursos de prácticas del C, es decir, ocho meses intentando sacarse el carnet de camiones. Se presentaban seis o siete veces y suspendían siempre. La examinación en el Ejército es más dura y estricta que en la calle".

Sin embargo, anima a los soldados que quieran solicitar vacante en la Agrupación de Transporte. "Aquí van a tener la opción de sacarse los permisos que quieran y, además, facilidad para hacer kilómetros y adquirir mucha experiencia, que es lo más importante. Si realmente les gusta conducir y su vocación es esa, éste es el mejor sitio: Grupos Logísticos, Agrupaciones Logísticas y Agrupación de Transporte", aconseja el cabo.

"Yo tenía amigos que estaban en el Ejército y antes de alistarme me recomendaron que me metiese en la Agrupación para sacarme los permisos de conducir. Les hice caso y aquí estoy", añade el soldado Luis Eduardo Martín. En su caso, la AGTP-1 fue su primer destino después de hacer la instrucción en Cádiz hace 12 años, pero no siempre es tan fácil llegar a Canillejas.

"Entrar a la agrupación directamente de la calle ya no se puede. Hubo una época en la que sí se podía, pero ya es más difícil. Hay mucha gente que quiere venir y no puede porque todavía no tiene la antigüedad necesaria. Hay que estar seis o siete años, como mínimo, en otra unidad para venir aquí. Ten en cuenta que ponen a nuestra disposición vehículos complicados y muy caros. Hay muchas empresas en la vida civil que se pelearían por tener los autobuses o los camiones que tenemos nosotros", explica el soldado Muñoz.

Y eso que hay vehículos mucho más caros, como los carros de combate. Un Leopardo 2E , la punta de lanza del Ejército español, está en torno a los seis o siete millones de euros, mientras que un Pizarro (vehículo blindado) ronda los tres millones. "Aunque lo más importante es la tripulación, las personas de unidades transportadas que van dentro del vehículo, por eso ponemos el listón tan alto", puntualiza el Brigada Juan Antonio Alumbreras, responsable de los vehículos especiales (F) de la Brigada Guadarrama XII de El Goloso. "Aquí no regalamos nada, ni mucho menos; el curso para el PMC F es muy serio y hay que ganárselo".