Lo dice la canción. ¡¡¡Erneeeeeesto Valverde, Erneeeeeesto Valverde, Erneeeeeesto Valverde!!! Escueta letra y conocida música para una tonadilla que se canta, quizá menos de lo debido en San Mamés, pero que en la última etapa del Txingurri en el Athletic se escuchó en del vestuario, a través de esos vídeos singulares que les gusta lanzar al mundo a los encargados de las Redes Sociales. Ernesto Valverde es el crack del Athletic. Fiabilidad, sensatez, criterio, mesura. El técnico con mas partidos (313) y victorias (145) en la historia del Athletic vuelve a hacer de las suyas.
El equipo rojiblanco verá el grueso de los partidos de la séptima jornada desde la tercera posición. Solo Real Madrid y Barcelona, los que le preceden en la clasificación, han marcado más goles que los 16 de los leones. "Esperamos mantenernos así, pero esto es largo y no significa todavía nada", destacó camino de la madrugada del sábado, cuando apareció en la sala de prensa de San Mamés después de la intervención de su amigo Rubi, al que conoce desde sus tiempos en el Espanyol.
Valverde es un seguro para el Athletic. Jon Uriarte lo tuvo claro cuando se dio cuenta de que tenía que elegir entrenador para disputar las elecciones. Meses atrás de proponerle el cargo el ahora presidente había mantenido una charla de otra índole con Valverde. "Ni loco me metería", le dijo el Txingurri cuando Uriarte le habló de que iba a presentarse a presidente y en esa conversación también se cuestionó la opción de una tercera etapa del entrenador en Bilbao. Tiempo después la conversación se volvió a producir y Valverde dio el sí, aunque por compromiso con aspirantes de otra candidatura, la de Ricardo Barkala, advirtió que también atendería su solicitud.
Cada cosa a su tiempo
El Txingurri lo tiene todo para ser carta de oro. Vive a lo grande su tercera etapa en un banquillo del Athletic al que ha llegado de muy distintas maneras. La primera vez fue en 2003 y después de un proceso de formación en el club saltó al primer equipo, que los dos últimos años había tenido como técnico a Jupp Heynckes. Tuvo éxito, pero al de dos años salió. Regresó una década después como apuesta segura de su buen amigo Josu Urrutia, que necesitaba un entrenador especial para relevar a Marcelo Bielsa. Repitió patrón y repitió éxito. Salió al Barcelona, donde también ganó y queda como el último entrenador que levantó una Liga con el equipo azulgrana.
El desafío de devolver al Athletic a Europa es un reto que maneja sin estridencias. La consideración y las buenas formas son tarjeta de visita de un entrenador que hasta el Mundial de Qatar convencerá y demostrará a su plantilla que cuando habla de un grupo largo y aprovechable no lo hace por quedar bien. Ampliará el número de minutos de los menos habituales y hará partícipes a todos de la pelea por mantener al equipo en posiciones europeas. Eso sí, Txingurri no es un pasamanos en el vestuario, el técnico sabe bien cuando toca demostrar carácter y mando. Los jugadores, que también le conocen en esa faceta, agradecen que siempre vaya de frente. Por eso es difícil que se le caiga un vestuario.
"Estamos bien, con confianza, pero ahora empieza un calendario duro y complicado que hay ganas de afrontar". Ahora nos llega la prueba del algodón y esperamos seguir manteniendo este nivel para sumar más puntos", reflexiona en vísperas de afrontar en octubre citas con Sevilla, Atlético, Getafe, Barcelona y Villarreal.