El Atlético despidió el curso con un triunfo solvente que deja una buena imagen y abre la puerta a la esperanza de cara a la próxima temporada.
Aunque no fue muy exigido, dejó claro con un paradón a Kubo marca de la casa que sigue siendo uno de los mejores porteros del mundo.
Aunque no sea la posición que más le agrade, es en el carril donde más puede explotar su potencia, como se evidenció con su aparición para ganar la línea de fondo y dar la asistencia que valió el triunfo.
Acabó la temporada como la empezó: reivindicando que la edad que marca su pasaporte no le pesa en su rendimiento. Oficio para jugar de por vida.
El líder defensivo de siempre: ganador en los duelos áreos, contundente en el cuerpo a cuerpo... Nada nuevo.
Igual le dio central izquierdo en la primera parte que carrilero derecho en la parte final, su experiencia y conocimiento de los conceptos defensivos le permiten salir airoso donde sea.
Como siempre, fue uno de los mayores argumentos para incidir sobre el área rival. Fe y convicción para llegar remachar en el segundo palo el servicio de Llorente, culminando así la jugada perfecta, de carrilero a carrilero.
Casi una hora de aclimatación para la próxima temporada. Acostado en la derecha en la línea de cuatro medios, fue práctico en la primera mitad al limitarse a no perder balones. Se vio más superado en la segunda, bastante más impreciso ya.
Ofreció su cara buena, con ganas y demostrando su calidad y su visión, como evidenció en el pase en profundidad a Llorente que originó el primer gol.
Ya sea la final de la Champions o un trámite sin nada en juego, Koke siempre es una de las barras del escudo. Sus pases en profundidad que ya daba en los tiempos de Diego Costa no caducan nada.
Sólo por su compromiso ya demuestra que es un crack de los que no hay en el mundo. No le importa jugar acostado a la izquierda, evitar un gol junto al palo con la cabeza o ir al suelo para robar un balón... Algo sólo visto en Antoine.
Otro partido, como viene sucediendo en el final de temporada, que plantea el debate sobre la conveniencia de su salida. Móvil, participativo... y rozando ¡un gol olímpico!
En el tiempo que actuó de carrilero evidenció que ya sabe el oficio siendo vital para lanzarse al suelo y salvar un gol. Cuando jugó por delante, se inventó un gran pase a Morata para fabricar el 0-2.
Los 20 minutos de su despedida no pueden reflejar mejor su declive. Vio dos amarillas que suponen el final más triste a su carrera en un Atlético donde llegó a ser uno de los futbolistas más importantes.
Tuvo la misma ocasión que en Dortmund, solo ante Remiro tras correr en solitario desde el medio del campo... con el mismo resultado. Eso sí, se rehizo asistiendo a Reinildo para el 0-2.
Tuvo unos minutos al final para decir un adiós por la puerta de atrás después de rechazar la renovación.
Optimizó sus seis minutos: tras ver una amarilla, llegaría al área rival para empujar el 0-2 casi del mismo modo que había hecho Lino. Una reivindicación de la vocación del carrilero en el Atlético.
Diseñó un once con los que van a seguir en el club y con el 5-4-1 con el que ha devuelto la solidez al equipo... y dejó claro que con buenos refuerzos el futuro es ilusionante.
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