Hay ciertas cosas que el ser humano no puede controlar a su antojo. Una de ellas es el clima, pese a que en el primer Clásico de la temporada se llegó a intentar manejar a sabiendas de que el protocolo en Estados Unidos es diferente al de Europa. Aquí, en la tierra de las oportunidades, no se andan con tonterías. O sí, pensarán aficionados que disfrutan del deporte bajo otro techo. "Se ajustan a las reglas y ya está. Si cae un rayo nos tocará esperar", soltaban de manera premonitoria desde el club blanco antes del partido. Y así fue, ambas plantillas se fueron en busca de su refugio en medio de un enfado monumental de todos los jugadores y no hubo más remedio que acatar sus normas.
Hora y media después, el balón echó a rodar por segunda vez para fabricar el Clásico más largo de la historia. Y es que el marcador del MetLife Stadium se paralizó por completo en el 11:12 (no, no se trataba de un partido de baloncesto) después de que la Policía Estatal de Nueva Jersey avisara al arbitro por el pinganillo que debía mandar a los dos equipos a la caseta. Era una orden, no una recomendación. Hubo un amago de conato por parte de los jugadores, ninguno entendía lo que estaba pasando, y los agentes saltaron al césped para controlar la situación. En ese sentido sí que no se andan con chiquitas. 40 policías al césped y todos fuera.
Una alerta que borró acciones
Antes habían pasado algunas cosas interesantes que quedarán en el olvido por unos rayos que golpearon el suelo en el diámetro de seguridad previamente establecido (8 millas-13 kilómetros) en el protocolo que firmaron ambos equipos en la reunión antes del partido. Un paradón de Courtois al remate de cabeza de Pau Víctor, que se adelantó bien en el primer palo, y el buen fútbol de los niños del Barça, que saltaron sin ninguna presión para dejar 11:12 minutos de calidad.
Tras la alerta, una que se adueñó también de todos los móviles que estaban dentro del recinto y que no paró de sonar con un mensaje claro ("Por su seguridad, le rogamos que abandone la zona de asientos al aire libre y se refugie"), el Real Madrid recuperó el control del juego para regalar a los 82.154 aficionados (récord de asistencia de los Clásicos en Estados Unidos) sus mejores minutos. Una grada que iba de blanco y que acabó cantando unos tímidos olés con la posesión del Barça en la segunda parte... hasta que llegó Nico Paz. Pero esto es una historia para más adelante.
"En 5 minutos saltan a calentar", aseguraba la organización. Y así fue, los 22 plantillas regresaron al terreno de juego para la alegría del respetable... y la estampa chocaba por su belleza y por su singularidad. De fondo, hasta donde alcanzaba la vista, se veían aún caer algunos rayos sobre la ciudad de Nueva Jersey. No hay más remedio que confiar en que no estaban dentro del radio de seguridad y que no hubo intereses entrelazados. Así las cosas, el parón le vino mejor al Madrid, que volvió con más orden y más control.
Las buenas intenciones de Arda... y los niños del Barça
Arda Güler no disputó su primer Clásico como pieza interior en ese centro del campo que va a utilizar Ancelotti (4-3-3) durante la temporada, pero sus labores si fueron las de ayudar a sus compañeros en la salida del balón. Sabe que por ahí puede tener más opciones de entrar en el once... y el turco lo quiere explotar. Suyo fue el primer tanto del partido, anulado por un fuera de juego milimétrico que el VAR habría analizado con profundidad (no había en este partido). Bajó del cielo un balón imposible con su pierna mala y mandó el balón a la jaula. Sin embargo, el linier levantó el banderín y fin de la historia. Y cuando parecía que no podían pasar más cosas, en el minuto 30 se pinchó un balón. Modric avisó al colegiado, la cogió con la mano y la tiró fuera. Cosas de la vida, ese momento coincidió con el pinchazo blanco.
Y es que en el minuto 41 llegó el segundo jarro de agua fría para el Madrid tras la tromba que paralizó el partido. Pau Víctor adelantó de cabeza a los de Flick tras cazar un balón muerto dentro del área pequeña. Militao se comió el movimiento de Lewandowski, que quiso controlar el centro de Valle y terminó asistiendo a su compañero para que empujase el balón a placer. No perdonó en su segunda ocasión en un Clásico. La tercera iría también para dentro para firmar un doblete de ensueño para un futbolista que con actuaciones así lo normal sería ver su nombre en los planes de Flick. Y más cuando el club azulgrana ejecutó la opción de compra, tasada en 3 millones, para llevarse al delantero fuera del alcance del Girona.
Aquella secuencia recordó a la mítica escena de 'Cantando bajo la lluvia' (1952) en la que Gene Kelly quedó inmortalizado abrazando una farola y atiborrado de felicidad mientras cantaba enamorado durante una lluviosa noche. Pau Víctor se juntó al resto de futbolistas de la cantera culé... para celebrar un paso importante en la reconstrucción del club y para cantar sobre el cielo de Nueva Jersey que quieren disfrutar del primer equipo con más asiduidad. Y la lluvia no fue más que un mero espectador.
La defensa de Vinicius
Con el 0-2 en el marcador entró Vinicius. El brasileño fue el único de cambiar la línea del partido con su desborde, pero esta vez no estuvo acertado en los metros finales. Y aunque en sus piernas lleve tan sólo dos entrenamientos, el '7' saltó al césped para bailar como lo ha hecho durante todo el año. Su defensa del trono empezaba con el Clasico... y no dudó en dejar claro que el Rey estaba de vuelta. Quiere el Balón de Oro, uno que le pertenece por meritocracia, y no va a parar hasta verlo expuesto en su vitrina.
El otro foco brasileño estuvo puesto en Endrick, que no estuvo acertado en los 68 minutos que Ancelotti le dejó sobre el verde. El italiano había avisado que era imposible encajar su figura en tan sólo 5 días, pero que era importante seguir quemando etapas. Otra más... y esta en su primer Clásico. Su mejor ocasión llegó en el minuto 37. Un pase filtrado del mago Modric, control del '16' y latigazo sin pensárselo ni tan siquiera un segundo. Es lo que le han pedido desde el cuerpo técnico y el brasileño ha venido a ejecutar cualquier tipo de misión. No entró el balón, pero el mensaje estaba lanzado. Y cuando el partido agonizaba, Nico Paz apareció para firmar el gol de la esperanza blanca y de la afición que cerró una entreda histórica en el MetLife Stadium. Córner preciso de Arda Güler y el argentino sorprendió en el segundo palo para anotar el 1-2 de cabeza. Y eso fue todo, más allá del empuje final de la grada más que del Madrid, que dejó claro, una vez más, que al club blanco lo que le pone de verdad es la competición oficial.
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