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Viendo el juego que España propuso sobre el césped del Steaua Stadium de Bucarest no hay duda de que a Santi Denia le salió a la perfección su plan. Lo plasmado sobre la pizarra se terminó haciendo realidad gracias a la calidad de los jugadores españoles y a los retoques que fue haciendo durante el partido.
Durante buena parte de la primera mitad el combinado nacional tuvo el balón en su poder pero tardó en generar unas ocasiones de gol que terminaron haciéndose realidad gracias a la insistencia de Rodri por la banda derecha. El bético volvió loco a su lateral como quedó reflejado cuando dejó solo a un Abel que falló de forma inexplicable bajo palos. Pero la cosa no quedó allí y el seleccionador manchego metió a Víctor Gómez en la segunda mitad para llegar más hasta la línea de fondo y dejar que Rodri entrara por dentro.
Idea en la cabeza e idea plasmada en el campo. Siete minutos después de que saliera el lateral del Sporting de Braga al verde, Rodri se metió por dentro para recibir un esférico que terminó prolongando sobre la llegada de Víctor por la derecha. El ex del Espanyol puso un centro medido para que Álex Baena hiciera el resto.
Un medio superior
Si con el partido en tablas España había sido muy superior en el centro del campo, con el marcador a su favor la situación no cambió. De hecho, se demostró con la jugada de tiralíneas que se vio en el segundo tanto. Velocidad en el esférico como pocos equipos son capaces de dar en los últimos metros y gol de un Miranda que sorprendió a la zaga rival para dar una línea de pase a un generoso Sergio.
Y si por si acaso España tuviese poca calidad de inicio en la zona de creación, desde el banquillo saltaron al verde jóvenes talentos como Veiga, Oroz y Riquelme. Con estos ingredientes, todo hace indicar que la receta que puede salir está cerca del éxito.