- Granada El equipo de Escribá, desorientado en la 'carretera'
- Marea indálica en Los Cármenes para un derbi más que decisivo
El Granada volvió a protagonizar un encuentro plagado de altibajos en Tenerife, una montaña rusa que terminó descarrilando, desenlace que comienza a ser más habitual de lo deseable para el conjunto rojiblanco. Un final difícil de intuir cuando Boyé marcó desde el punto de penalti, pero los números no engañan: cuando el delantero argentino marca lejos de Los Cármenes, los de Escribá nunca ganan, una máxima que se repitió en el Heliodoro.
Antes de zozobrar en tierras tinerfeñas, Boyé no falló desde los once metros, un tanto que le sirvió para rubricar su octava diana de la temporada, la cifra más alta para el de San Gregorio en toda su carrera, lo que evidencia el gran momento de forma que está atravesando el ariete rojiblanco.
Antes de llegar al Granada, Boyé siempre se había plantado en siete goles por curso, guarismos que repitió durante sus tres campañas en el Elche y que también consiguió la temporada pasada, perforando la portería rival en una ocasión con los ilicitanos y seis veces defendiendo la elástica rojiblanca. Una barrera que por fin este año ha podido romper cuando aún restan nueve encuentros para la finalización del campeonato.
Siempre que marca en casa... victoria
Pero la alegría no fue completa para el atacante del Granada, que vio cómo su tanto no sirvió para llevarse el triunfo, algo recurrente cuando el argentino es capaz de superar al meta rival como visitante, circunstancia que todavía no ha coincidido con ninguna victoria de los de Escribá.
Boyé estrenó su cuenta goleadora como forastero en el Ciutat de Valencia, pero el Granada fue derrotado por 3-1. Unas semanas más tarde, el punta también vio puerta en El Alcoraz, aunque en esta ocasión su gol en los minutos finales del choque sirvió para arañar un empate.
Su tanto en Tenerife tampoco dio puntos, algo que sí ocurre cuando Boyé celebra goles en Los Cármenes, algo que es sinónimo de victoria para los rojiblancos, una paradoja que tanto el argentino como los nazaríes intentarán romper en sus próximos desplazamientos.
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