Un Mundial sin Critiano es menos mundial. Que me perdone Macedonia del Norte entera, pero un bombo sin la Portugal de Cristiano, es como un domingo sin dinero. Insoportable. Es cierto que el gran dominador del fútbol mundial quiere un último baile contra su gran rival, su villano favorito, Don Leo Messi. El argentino ya tiene el billete y espera de teatro en teatro, relajado, tomando mate que el único jugador sobre la faz de la tierra que ha sido capaz de discutirle el trono no se lo pierda. Estoy seguro de que Messi quiere que Cristiano esté en Qatar y viceversa.
Y probablemente, dejando de lado la animadversión que genera en una buena parte de los aficionados la forma de ser del ídolo portugués todos estaremos de acuerdo que en una cerrada tarde de noviembre nos aptece más ver un Portugal Argentina que un Macedonia del Norte Argentina. Igual me prohíben la entrada en el país de Bardhi, que buen tipo el jugador del Levante, pero mi verdad es esa.
Cristiano ha jugado cuatro mundiales y pese a llegar con 37 años, ayer no se descartó para el siguiente, en el que tendrá ya 41. Si alguién puede competir a esa edad, a ese nivel, es el luso, pero eso queda lejos. Primero Portugal tiene que vencer a los macedonios y para ello cuenta en el equipo con jugadores de alto nivel. A Cristiano hay que sumarle Joao Felix, Guedes, Cancelo, Bruno Fernándes, Bernardo Silva, Jota.... y un interminable plantel de estrellas que siempre están al servicio del gran líder.
Al margen de su nivel deportivo y competitivo, si alguién quiere verle al cien por cien solo tiene que generar un cruce, Cristiano es un chollo para Qatar. El mundial lo necesita. Multiplica la dimensión del evento y es el ser humano con más seguidores en las redes sociales de todo el mundo. Cristiano no puede verlo por la tele, no lo podemos tener de comentarista de Televisión en un evento de estas características. El Mundial es él. Y probablemente no lo ganará, como en las últimas cuatro ediciones que ha disputado, pero allì estará capaz de decir antes de cada partido que lo va a ganar. Y el resto sin atreverse a decirle que no lo hará.