- Estadísticas. Así vivimos el Suiza-España
Una noticia buena: falta mucho para el Mundial, donde no valdrá nada lo mostrado hasta ahora. Una noticia mala: en el Mundial así no hay nada que hacer. España revalidó en Suiza sus dudas. Un gol de Sarabia, propiciado por la energía de Marcos Llorente, maquilla la sensación de equipo con demasiadas costuras. El burbujeo de la Eurocopa se ha perdido. El primer examen es recuperar la buena imagen. Si es posible el domingo, mejor.
Luis Enrique destapó en la previa otro Vietnam, uno de sus pasatiempos favoritos para que la prensa a la que nunca lee, ve ni escucha se entretenga. Si no sigue al periodismo es raro que critique lo que opina el periodismo. En este caso, con el casco asomaba Eric García, suplente en Suiza, al que se mira con morboso interés en cada cruce. El central, según el técnico, pone cachondo a la Prensa que él no sigue.
En la selección española se ha debatido por Julio Salinas, Hierro, Zubizarreta, Arconada, Míchel o Raúl entre otros. Si ahora el gasto energético se dedica a Eric García sólo cabe interpretarlo como una mala noticia.
Tras la tormentita Luis Enrique rebobinó la alineación. En la foto aparecían diez titulares del estreno ante Portugal con la novedad de Marcos Llorente por Carlos Soler. El interior fue un saco de vitaminas para España. Suyo fue el robo y entrega del gol de Sarabia, validado por un átomo. Era el premio a una selección más agresiva y sólida que en las dos citas anteriores.
Enfrente aguardaba Suiza -que se ha cargado a Italia para el Mundial-, una buena selección sin fama a la que se derrotó en la Eurocopa gracias a los arcángeles, una expulsión y una tanda de penaltis. Como capitán ejerce Xhaka, un medio zurdo del Arsenal que ha regateado el destino de la celebridad por una cabeza exótica. Unos metros más adelante figura Shaqiri, un futbolista de cuerpo de imágenes en blanco y negro, que después de dar la vuelta a Europa está en el Chicago Fire como un anticipo de retiro a los 30 años.
Nada le valía a los suizos para hacer cosquillas a España. Protestó una mano de Pau Torres de las que hay que ver en cámara súperlenta. Fuerte en la presión y adueñada del balón España mandaba en todos los rincones del campo menos en el área, donde salvo el gol no encontraba más yacimientos. La ilusión duró un rato, no más.
Morata aguanta de espaldas
Pau Torres, monarca de la anticipación, aburría a Embolo, el cohete del Gladbach. El central limpiaba el balón en la salida española. Cerca operaban Busquets, con la academia de la posición, y Gavi, con sus correrías, quien se atrevía a hacer un sombrero a Shaqiri y a pelearse con medio país helvético.
A Suiza le quedaba la opción del alboroto y el correcalles, el sello de la segunda parte. Las dos selecciones jugaban como si en el área hubiera arenas movedizas. España, sin el orden anterior, se reagrupaba con Morata, la diana que contenía todo el juego de espaldas. El delantero cumplió sin rematar. Tuvo pegado al dorsal a Akanji, quien le marcó las tibias por franjas horarias. El partido de Morata también vale en el fútbol que se ve poco.
Con el encuentro en un tobogán Luis Enrique dio carrete a Koke y Marco Asensio, con esa pierna izquierda que en los buenos días vale portadas. El balón iba de un campo a otro sin que se viera la camiseta de los porteros. Por suerte el rival sólo encontraba picante en algún buen recuerdo de Shaqiri con la zurda. Lo demás era un concurso de ingenuidad.
Para aumentar la nuez en la garganta una salida suicida de Unai Simón dejó un balón que entre Seferovic y Embolo ensuciaron y Okafor se dejó atrás la jugada del empate. Lo mejor era ya hacer la maleta de vuelta a España. El empate era una amenaza.
El partido volvió a llenar el carro de las dudas que persigue a España. Esta competición ha llegado a deshoras y con el combustible gastado. Si lo importante era ganar para reanimarse el objetivo se cumplió. Es complicado encontrar otro motivo para la ilusión. Lo mejor es que falta una vida para ir al Mundial.