Florentino Pérez, durante la pasada asamblea de socios del Real Madrid.
Acaba de salir la sentencia del juzgado número 42 de Madrid: Florentino contra el periódico digital El Confidencial por la publicación en 2021 de unos audios robados y no consentidos de Florentino, en una conversación privada (y grabada) poniendo a parir a todo quisqui en el año 2006. La sentencia condena al periódico por "extralimitarse en el derecho a la información y vulnerar el derecho al honor de Florentino Pérez, aunque no vulneró su derecho a la intimidad".
A mi esto, como persona y como periodista, me abre varias reflexiones.
La condena es de un euro, porque Florentino no quería obtener dinero y sólo pidió esa simbólica indemnización si le daban la razón. Esta condena simbólica nos avisa a los medios de comunicación
de lo que pudiese haber sido una sentencia mucho mayor en el caso de solicitud de una indemnización más elevada. Hasta ahora si el que hacía uso de la grabación era un tercero, al que le han dado la grabación y ese tercero era un medio de comunicación, no cometía ilícito, en honor a la libertad de prensa. Y además no tenía obligación de revelar la fuente.
Pero me pregunto en esta sentencia concreta de los audios de Florentino
¿cómo se puede vulnerar su derecho al honor y no vulnerar su intimidad...?
No lo entiendo. Será un tecnicismo jurídico pero como ciudadano de a pie no lo entiendo. Florentino (¡en el año 2006!) estaba rajando en una conversación privada con otra persona (que el presidente cree que es el periodista José Antonio Abellán) y esta otra persona graba la conversación, que 15 años más tarde acaba enviada y publicada en El Confidencial.
La sentencia exculpa a Abellán porque aunque grabó sin consentimiento la conversación, afirma la sentencia que, no se puede demostrar que lo filtró Abellán y que además "son reuniones con periodistas", con lo que
el juez le dice a Florentino que sea más cuidadoso y prudente cuando hable con periodistas.
Pero es que aunque la hubiese, no ya filtrado, sino publicado Abellán directamente, al ser uno de los dos participantes, resulta que sí sería jurídicamente legal (doctrina del Tribunal Constitucional), lo cual nos lleva a que vamos camino de tener que exigir que los móviles estén apagados o que se dejen fuera de cualquier reunión, comida o café o a llevar un inhibidor portátil... o lo peor, a no poder hablar nunca con tranquilidad ni en la intimidad. Menudo mundo.
Los hechos sí que son delito cuando un tercero graba una conversación de otros sin consentimiento.
Pero si se la envía a un medio de comunicación como este no tiene obligación de revelar la fuente. quedarían impunes.
La intención con la que grabó esa conversación la sabrá él. Filtrarla 15 años después es evidente que dado el contenido, de
un Florentino rajando de personajes del Real Madrid, se trataba de hacerle daño en su reputación e imagen
y presentar un Florentino déspota.
No entro en la decisión del medio de comunicación que acepta publicarlos, porque es evidente que interés (o más bien morbo) público tienen.
Cada medio elige como consigue audiencia y asume sus beneficios o consecuencias.
Hay medios que reciben este material y no lo publican por sus principios o por sus intereses en ese momento o lo vetan pero para obtener otras cosas en compensación.
Desde mi modesta opinión y pese a ser periodista esto se tiene que acabar y de forma contundente y clara. Tiene que haber un VAR jurídico que no haya lugar a dudas.
Parece que está más penado que una empresa dé el número de móvil de un empleado
o su correo electrónico que sea publicado en su totalidad todo el contenido de lo que lleva su móvil.
En Valencia pasó una cosa parecida.
En una larga cena de varios empresarios con un 'contento' y confiado expresidente del Valencia, Anil Murthy, uno de los comensales en la mesa grabó la conversación y claro en los postres, la cosa se puso fina. Murthy empezó a despotricar y fue la nit del foc contra políticos locales, contra jugadores, contra periodistas, contra el propio Lim al que le calificó de estar "senil"... en fin un despiporre. Aquello se organizó premeditadamente para dar a conocer la cinco años por decisión de Peter Lim. La grabación fue enviada al diario deportivo local Superdeporte que durante días, como si fuese una mascletá usó audios cada día que dejaban a Murthy a los pies de los caballos mostrando un tipo absolutamente indeseable para representar al Valencia ni en privado (mucho peor) ni en público. Debo reconocer y no ser hipócrita que aquello vino bien para el club. Peter Lim a los pocos días lo echó a la calle y lo tiró del Valencia y de Valencia. Y así como la intención con Florentino era manchar su imagen, aquí era lo mismo, pero para 'salvar' al Valencia de semejante personaje. Por eso está de regreso en una segunda etapa Lay Hoon de presidenta.
Pero ¿es correcto publicar audios robados? Esa es la cuestión. Yo como norma general y opinión personal diría que no. Pero reconozco que los de Murthy los hubiese publicado por el 'bien' del Valencia. La cuestión es ¿
quién decide unilateral o interesadamente 'el bien' para justificar(se) la publicación?
Si yo me exijo ir al límite para establecer una posible ley: yo los prohibiría salvo que sean para demostrar un delito o una amenaza y en tal caso lo lógico es ir al juzgado de guardia o a la Policía.
Por último, cuestión mucho más grave son los audios de Rubiales y Piqué. Audios que fueron obtenidos por hackeo tecnológico (o robo) del móvil de Rubiales, lo cual es un delito y además nos coloca en una situación de absoluta indefensión y miedo, porque nos puede pasar a cualquiera. Unos audios que se filtran con la evidente intención de dañar a Rubiales sobre todo y presentarlo como un comerciante fulero, junto a un futbolista-empresario y convenenciero, haciendo entre ambos apaños raros. Quedó demostrado que es feo y poco edificante lo escuchado y daña la reputación de ambos. Pero moralmente ¿es correcto publicarlos? Reitero que no voy de nada, ni juzgo al medio. A mí me caen esos audios en la mano y reconozco que me pelearía conmigo mismo para tomar la decisión de publicarlos o vetarlos. Incluso sabría que si no los publico yo, se los darían a otro y saldrían igual, perdiendo mi medio o yo la oportunidad de aprovecharlos. Es una situación difícil donde luchan la conciencia y la moral contra la información o mejor dicho contra el morbo. Si analizamos el fondo de lo conocido a través de los audios tiene interés para conocer como se hacen cosas entre bambalinas y que dicen de verdad o piensan primeros espadas de la actualidad como Florentino. Pero esas cosas tienen su contexto, su momento, un estado de ánimo donde puedes estar sobre actuando o decenas de circunstancias más.
¿Qué pesa más para publicarlos o no: el interés de lo que dicen o cómo se ha conseguido la grabación para ser publicada?
Nos puede pasar a cualquiera.
¿Alguno de nosotros resistiría a ser impoluto si nuestro móvil cae en manos de un enemigo?
Contaré otro caso.
Hace muchos años un anónimo presentó una denuncia en el juzgado, por un presunto (y falso) cobro de comisiones del traspaso de Villa del Valencia al Barcelona
. El acusado era el entonces presidente Manuel Llorente. La denuncia era tan chusquera que la cuenta donde decían que habían ingresado la comisión y donde tenia dicha cuenta Llorente, resultó ser el número de teléfono del banco. Y el banco fue identificado en la denuncia como USB en vez de UBS. A pesar de ello, el juzgado abrió diligencias. La fiscalía se sumó. La información fue filtrada a medios de comunicación valenciano. Y fue publicada. El daño estaba hecho. Luego fue archivado todo porque aquello no se sostenía. Pasaron muchos meses sin embargo y el daño estaba hecho por alguien que todos saben en Valencia quien es. Un perjudicado en su cargo, con la llegada de Llorente a su cargo en ese momento. Las informaciones eran ciertas. Habia una denuncia, una acusación. Había una apertura de diligencias por el juzgado. Todo era cierto para poder publicarlo, pero el fondo todo era mentira. Los medios de comunicación tenemos una enorme responsabilidad no sólo en lo que publicamos, sino en lo que vetamos o bloqueamos para evitar un mal servicio a lo justo, a lo moral y a veces a lo humano. Y sobre todo por no servir (in) directamente al interés de otro a través nuestro. Otra cosa es que el interés del otro y el nuestro coincida.
¿Entonces qué? Entonces
ya solo queda una barrera. La conciencia y la decencia
. La del periodista, claro. Lo otro es de circo. Hablar con monosílabos en persona o por teléfono, ir desnudo a la reunión, llevar un inhibidor, que te cacheen como la mafia o prohibir llevar el móvil.
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