En apenas unas semanas, la Liga ha perdido verdaderos tótems. Busquets, Benzema, la dolororísima baja de David Silva... Auténticos clásicos del fútbol español que dejan una cierta sensación de orfandad en el aficionado. Es como si se iniciara una nueva era. Por cambiar, ha variado hasta la denominación del campeonato. La patronal deja la banca e irrumpe un gigante de los videojuegos. Es el símbolo de los tiempos. En unos años, cuando la afición haya interiorizado el nombre, volverá a cambiar. En la gigantesca industria del deporte, y más en el fabuloso negocio del fútbol, todo tiene ya su nombre y apellido comercial. Y nada es para toda la vida.
El ojo clínico del aficionado se rige por euros más que por goles en los meses estivales. Y durante las últimas semanas, se ha repetido como un mantra que los clubes españoles se han gastado una cantidad irrisoria en comparación con otros mercados y, sobre todo, en comparación con la Premier, que es la unidad de medida principal en cuanto a competitividad.
Es verdad: la Liga española no ha gastado dinero. No como antes, no como en los viejos tiempos, donde se batían récords de facturación. Por ir a un ejemplo cercano, que un club como el Betis apenas pueda competir para retener a un jugador como Canales y que éste acabe en el campeonato mexicano es un síntoma. Puede ser un síntoma de debilidad pero también de control y de buen gobierno. De dar un paso atrás para tomar impulso. Claro que eso no consuela al aficionado. Nadie va al punto de reunión donde se celebran los triunfos de un equipo a festejar una cuenta de resultados. El pueblo quiere fichajes, caras nuevas, ilusiones renovadas. Y eso cuesta dinero. Y los clubes españoles, salvo el Real Madrid, están en un periodo de entreguerras, sometidos a un control que no existe en otros campeonatos y que, si el fútbol fuera cartesiano, podría colocar a nuestro torneo en una situación de debilidad. Sin embargo, no hay por qué establecer una relación causa-efecto. El fútbol, en este sentido, es insondable. Donde no llega el dinero puede llegar un trabajo bien hecho.
Pulso Madrid-Barça
El Real Madrid come aparte. Y no tiene que pedir perdón por ello. Compra bien, vende mejor, está saneado y con posibles. Pero como el fútbol es insondable, no ganó la Liga la temporada pasada. Se la levantó un Barça casi en quiebra técnica y en plena crisis reputacional. Así que el campeonato camina, a repetir el eterno clásico. El Madrid ha puesto dinero y el Barça calderilla, llegando hasta donde le permite la norma. Con permiso de un Atlético indescifrable, se la jugarán entre ellos.
El Madrid ha perdido por el camino a Benzema, mientras Kroos y Modric, por razones biológicas, van dejando escapar la pujanza de otros tiempos. Pero Ancelotti está maniobrando hacia una suerte de transición tranquila en la que ganan peso centrocampistas jóvenes y poderosos, a los que se ha incorporado Bellingham, que parece calzar como un guante. Para otros, el asunto del tiempo corre a favor. Se espera a un Rodrygo más cuajado y maduro en su fútbol y, sobre todo, a un Vinicius camino de la plenitud. No lo va a tener fácil porque le van a estar esperando en muchos campos. Pero si se dedica a jugar y es capaz de superar un factor ambiental negativo, será clave.
El Barça trabaja sobre el estilo cimentado por Xavi. Pocos entrenadores han tenido que tripular en condiciones tan desfavorables. Agarró un vehículo estropeado en el arcén, lo puso de nuevo en la carretera y le ganó la carrera de la Liga al Real Madrid. Ni más ni menos. Con sus limitaciones, Xavi ha logrado reunir una pléyade de excelentes centrocampistas para este curso y, sobre la base de Ter Stegen y Lewandowski, le da de sobra para intentar levantar de nuevo el torneo. Otra cosa es su papel en la Champions. Eso da para otra presentación...
Atlético, un caso aparte
El Atlético de Madrid es un caso aparte. Su mejor fichaje es que sigue el Cholo Simeone. El técnico pasó un momento muy apurado la temporada pasada. Hasta que no se quitó de en medio la Champions y la Copa y los efectos pre y post Mundial, no cogió el hilo. Demasiados condicionantes para un club al que hay exigirle un papel protagonista en la Liga. Firmó una buena segunda vuelta y maquilló la clasificación en una temporada que llevaba las trazas de ser decepcionante.
Como el resto de los clubes, su radar en el mercado ha sido corto. La continuidad de muchos y la llegada de Azpilicueta parecen ser suficiente garantía para que el Atlético sea competitivo. Vista la pretemporada, Simeone quiere incidir en el modelo que le hizo terminar el curso con un cierto brillo. La Liga necesita un Atlético vivo.
Estabilidad-continuidad
Quienes más pagan la falta de actividad e inversión en el mercado son los equipos de la clase media del campeonato. La Liga tiene una excelente clase media, probablemente poco reconocida por el habitual cainismo que nos rodea. Es una pena que equipos como la Real, el Betis, el Sevilla, el Villarreal o el mismo Osasuna no tengan algo más de potencial para aspirar a subir la calidad de sus plantillas que, siendo buena, agradecerían retoques. Qué decir del Valencia. Es casi un club milagro tras la gestión que temporada a temporada firma Peter Lim. Si la lucha por el título se nutre de equipos como el Atlético para hacer sombra a Real Madrid o a Barça, el Valencia, por historial y prestaciones no tan lejanas en el tiempo, debería estar en ese trance.
Ante la falta de pegada en el mercado, la clase media se tiene que alimentar se proyectos sólidos y de continuidad, con un peso grande en los entrenadores. Se está viendo con ejemplos muy evidentes como el de Imanol en la Real Sociedad, Arrasate en Osasuna o Pellegrini en el Betis. Cuando clubes como el Sevilla han abandonado esa senda, lo han pagado con inestabilidades. Por cierto, será curioso ver cómo sobrevive el club de Nervión a éste y a posteriores mercados después de haber tenido a un mago de las ventanas de fichaje como Monchi. También en este terreno, en el de la secretaría técnica, el fútbol español ha perdido a uno de sus personajes más carismáticos.
VAR, caballo de batalla
Pero la calidad del campeonato no debe medirse sólo por el potencial de las plantillas o los fichajes. Organización, reglamento, comités, horarios e incluso una buena realización televisiva forman parte del día a día de la Liga. Y entre todas estas variantes destaca una muy especial: el colectivo arbitral en su conjunto y la aplicación de una herramienta, el VAR, que a menudo es un elemento perturbador y una fábrica de confusión.
Aplastado bajo cambios de directrices que vienen de fuera, circulares que enmiendan la plana y complicaciones a veces generadas por ellos mismos, los árbitros españoles se enfrentan a otra temporada complicada. Tocados reputacionalmente por el 'escándalo Negreira', esclavizados por una tecnología cada vez más invasiva y con poca ayuda de los clubes y del entorno mediático, los árbitros vuelven a ser el eslabón débil de la cadena.
Aunque no ha habido un gran gasto en fichajes, La Liga tiene de todo y para todos. No hay inversión pero hay ganas. Una Liga competida es el mejor síntoma que puede exhibir del fútbol de un país. Será difícil ver a un campeón que no sea Madrid o Barça. Pero el buen fútbol está ahí.