Con uno menos en los últimos minutos, después de que González Fuertes encontrara por fin en Javi Serrano la víctima perfecta para su propósito de que no acabaran todos; con los banquillos peleando mientras en el césped se jugaba o se pretendía jugar; con Giménez sacando bajo palos una justo antes de que por enésima vez las molestias lo retiraran de un partido; con Idrissi desperdiciando la última del Cádiz; con el Metropolitano convertido en un manicomio para conservar un resultado mínimo y que seguramente no respondía a lo que había sido el partido... con todo y con eso ganó el Atlético. Cuatro de cuatro. Las tendencias, ya se sabe. Y con gol de Rodrigo de Paul, que había despachado un partido pésimo.
Porque siempre es posible hacerlo peor. O al menos eso entienden los jugadores del campeón, a los que por otra parte los hechos vienen dando la razón. Fue marcar Joao Félix y que la galbana sacudiera a todos y cada uno de sus compañeros, hace una noche de perros, hay que ir a Manchester, que juegue el que tenga ganas... con el gol del portugués de salida ya se cuenta últimamente, así que esta vez Ledesma decidió directamente regalárselo. El arranque del partido había contemplado un córner y tres saques de banda largos, léase una lluvia de balones sobre el área local, pero la primera aproximación hacia el otro lado tuvo consecuencias en el marcador.
No sienta el Metropolitano especialmente bien al portero argentino, que concedió la pelota al 7 y topó con su sangre fría para definir, pero el Cádiz puso cara de que no había pasado nada hasta que efectivamente consiguió que no hubiera pasado nada. Eso fue al borde del entreacto, para que el primer acto resultara capicúa, pero en el intervalo ya exhibió mejores intenciones que el Atletico para que Espino, Negredo y Sobrino buscaran sucesivamente puerta sin encontrarla. Alcaraz se había hecho con el mediocampo mostrando la personalidad que se echaba de menos en todos sus rivales.
Podría atenderse especialmente al rendimiento de Carrasco y De Paul, que cinco días antes en Sevilla ya habían regalado tres cuartos de hora parecidos, pero es que esta vez sus compañeros fueron a la estela de belga y argentino para perpetrar 45 minutos bochornosos en los que la única competencia en cuanto a incompetencia que encontraron, valga la paradoja, fue la del dueño del silbato. La tecnología cambió de color la roja que ya había enseñado a Reinildo por una entrada que en todo caso había resultado absurda y se ve que el propio Atlético entendió entonces que merecía castigo cuanto antes...
Porque fue poco después y justo antes del descanso cuando la puso Espino y la remató Negredo sin que nadie entenderia necesario obstaculizar lo uno ni lo otro. En el caso del cabezazo final, el ariete amarillo se deslizó entre Giménez y Reinildo como si nadie sospechara lo que estaba a punto de hacer. Simeone ya andaba desesperado incluso antes de esas tablas, así que aprovechó la visita al camerino para prescindir de Koke e incluir a Lodi, adelantando de paso a Llorente, desplazando de paso a Carrasco. Una vez más, 45 minutos habían ido a la basura en clave rojiblanca.
Y quien escribe 45 escribe unos cuantos más. Porque aquello no cambiaba más allá de que el Cádiz pareciera satisfecho con el botín momentáneo, así que El Cholo hizo un segundo movimiento, doble en este caso, reclamando del tirón a Correa y Suárez. Ambos participaron con Giménez y Llorente en la construcción del acierto definitivo, justo cuando parte del personal perdía la pacencia, así que lo del míster puede darse por bueno. Las maniobras posteriores de Sergio ya no tuvieron consecuencias porque, para desgracia del Cádiz, el partido se había ido poco a poco por el sumidero a mayor gloria de un trencilla que no sabe hacer su trabajo. Aquello era un despropósito...