Si algún aficionado al fútbol aún no sabe que pedirle a los Reyes Magos y está buscando un equipo competitivo, que cada partido lo haga como el último de sus vidas, que pida una camiseta del Athletic (la lucida en el Sánchez Pizjuán es preciosa) o una del Sevilla. Ambos conjuntos regalaron un duelo de correr, pegar, morder y jugar al fútbol, cada uno con sus armas e individualidades, de no poder pestañear ni un solo minuto.
Este nuevo sistema de tres centrales que ha impuesto Garitano en el Athletic parece diseñado exclusivamente para su tipo de jugadores, con tres centrales fuertes, dos carrileros que son mucho mejor en ataque que atrás y un ataque fuerte y veloz, para dar el zarpazo en el momento adecuado. El Sevilla, tras una primera parte sin chispa, sacó esa fuerza que a día de hoy, eso sí, no le vale para sumar de tres en Nervión. Un empate que no es el regalo de Reyes soñado para ninguno, aunque el espectador neutral se llevó un buen presente.
La táctica del Athletic era clara ante un Sevilla al que cada día le da más vértigo jugar delante de su público. Le cuesta generar fútbol ofensivo y eso lo aprovechó el equipo de Garitano. Primero cortocircuitó a Banega y dejó al equipo andaluz sólo con las arrancadas de Navas y Ocampos por la derecha como solución ofensiva. La izquierda estaba muerta con un improvisado diestro como Koundé de lateral y Óliver Torres por delante, quien no ofrece desequilibrio con sus movimientos.
El Athletic jugaba siempre en largo, esperando la siempre prolongación efectiva de Raúl García. En una posible falta en el salto sobre el 22 del Athletic, el balón le cayó a Capa en la esquina del área y entrando solo en paralelo a la línea de portería soltó un potente disparo de exterior para batir a Vaclik. Y ahora le tocaba remar al Sevilla con el viento en contra.
Con sus problemas de gol, el remontar un partido es casi una heroicidad. Lo intentaron los hombres, sobre todo a balón parado, con todo lo que podían generar Ocampos y Navas. Banega mandó un balón al larguero desde el saque de esquina. Choques e interrupciones. Terreno pantanoso para los locales y agua bendita para el equipo que iba ganando.
Lopetegui movió el banquillo al descanso. Deshizo su invento en la banda izquierda, donde colocó a Escudero, con Navas y Koundé en la derecha. Decidió en la práctica copiar parte del esquema rival. De Jong se colocaba de '9'. El discutido holandés salía desde el banquillo. Y el primer balón que tocó fue una peinada de cabeza para dejar solo a Munir. Yeray sacó el balón bajo palos. El propio De Jong estrellaría un balón en el palo a pase de Navas. Y tenía que ser Núñez, salvador en la primera jugada del segundo tiempo, el que se metiera el tanto del empate dentro de su portería tras pase atrás de Ocampos.
El Athletic estaba tocado. El vendaval sevillista lo había dejado atontado. Sin embargo, derribar ese muro no es sencillo. Se recompuso tras unos minutos donde se nivelaron las fuerzas y Dani García lanzó desde la frontal muy cerca de la escuadra. Eso le volvía a enseñar a los sevillistas que había dos porterías y debían también defender para conseguir levantar el marcador. Con esas fuerzas equilibradas, a todos parecía pesarles el esfuerzo realizado y los turrones de las fiestas. Diego Carlos la tuvo en la recta final con un derechazo que se marchó fuera tras una falta lateral. Empate para volver a pinchar en casa del Sevilla y el Athletic, que lleva cuatro jornadas sin vencer. A todos les supo a poco. El regalo de los Reyes deberá esperar.