- Estadísticas. Así vivimos el Celta-Real Madrid
Las penas con pan son menos. Al madridismo le costará superar la marcha de una leyenda, pero Casemiro dejó un equipo acostumbrado a responder en las situaciones críticas. Allí donde emergen los mejores. O sea, Luka Modric. El croata marcó un golazo y regaló otro a Vinicius, con reverencia del brasileño, para destruir la resistencia de un Celta ilusionante hasta el 1-2. Se expuso a la contra y el Madrid fue un torbellino, muy superior, hasta confirmar la goleada. Balaídos acabó rendido, aplaudiendo incluso a Modric al ser sustituido. Ejemplar.
El Madrid del día 1 d. C. (después de Casemiro), de luto riguroso con su tercera equipación, no cambió demasiado en el campo. Como en Almería, Ancelotti insistió con Tchouaméni en el eje, con Camavinga y Modric a su vera y Valverde descolgándose desde la derecha. Una buena medular para un estadio exigente como Balaídos, donde también gustan de tener la pelota. Allí se libró la pelea, en el medio, bien corregido por Coudet. Reforzó el pivote con Tapia junto a Fran Beltrán y entre ambos controlaron el tráfico. Con y sin pelota. Tan pronto se descolgaban para auxiliar a los centrales como acudían a presionar a Vinicius, objetivo claro para cegar el ataque madridista.
El partido nació igualado. Casi sin exponer cobró ventaja el equipo de Ancelotti. Ganó Tchouaméni un córner, llegó a Alaba que remató y Tapia sacó con la mano. Despegada y evidente. No la vio Gil Manzano en directo y le avisaron para revisar el monitor. Tardó lo suyo en pitar el penalti que convirtió Benzema. El partido pintaba perfecto para gestionarlo buscando los espacios con la superioridad física, pero la reacción del Celta no lo permitió. Desde el doble pivote, con Cervi muy activo, los laterales profundos y los puntas multiplicando sus opciones, Aspas por bajo y Paciencia por alto, los celestes igualaron la contienda. Primero en juego, después en el marcador.
Es cierto que para el 1-1 intervino Militao sacando el brazo donde no tocaba. La corpulencia y los buenos movimientos de Gonçalo Paciencia le sacaron de sitio. Aspas transformó como mandan los clásicos, duro y al pliegue de la red, donde ni Courtois es capaz de llegar pese a intuirlo. Con el 1-1, los gallegos ganaron peso en el juego, presionando bien la salida. En una carrera de Valverde, algo desnortado, Cervi probó de lejos y su zurdazo se fue junto al palo. Y en otra llegada por la banda derecha blanca, Paciencia ganó la acción a MIlitao y cabeceó desviado.
Sí, parecía mejor el Celta. También daba la impresión de que el Madrid hacía más daño. Con Vinicius desbordante y con Benzema fino en las descargas, cada llegada generaba inquietud en la grada. Por detrás de ellos disfrutó Modric, liberado para crear, y cuando a un genio le creas las condiciones perfectas te responde con una obra de arte. Al filo del descanso, el croata controló a ocho metros de la frontal, quebró a Tapia en diagonal, buscó el hueco y colocó con la derecha en la escuadra. Con el empeine interior, de fuera a dentro. Tiene un pie de ángel.
El Celta se vio con arrestos para buscar el empate tras el descanso y subió más metros la presión. Cierto es que pudo igualar con un remate junto al palo de Paciencia, tras un mal saque de banda de Mendy. Pero también es verdad que había una pradera a espaldas para el contragolpe madridista. Así llegó el tercero, con medio Celta reclamando una mano fortuita y de espaldas de Militao, Modric descubrió la salida de Vinicius, se la puso perfecta y el brasileño resolvió como los grandes, tras eludir a Marchesín. Vini festejó y regresó rápido para rendir pleitesía a don Luka. Aturdido por el golpe, el Celta se descubrió aún más y el Madrid remató la faena. Un robo de Camavinga culminado por Tchouaméni desató a Vinicius en superioridad, metió al centro y culminó Valverde, cruzado.
La goleada demolió el ánimo del equipo céltico. Marchesín taponó un mano a mano de Benzema antes de las sustituciones. Balaídos vio el dorsal 10 en el luminoso del Madrid y se puso en pie, rompiendo a aplaudir. Afición grande y señorial. No había ya partido porque el Celta estaba derrotado. Pudo recibir un castigo mayor si Marchesín no hubiera parado un penalti a Hazard, tras una dejada exquisita de Benzema a Rüdiger, imponente en la salida. Junto al belga entró al campo Asensio, en sus primeros minutos oficiales en tres partidos. Queda una semana de mercado. Veremos si hay movimientos en un equipo, el Celta, que los necesita, y en otro, el Madrid, que cerró el sábado como líder. Aún sin Casemiro, el equipo de Ancelotti tiene un aspecto imponente.