El Mallorca de Aguirre se ganó en Son Moix la licencia para soñar con Europa. Sobre una fortaleza que se ha convertido en una de las mejores de la Liga, Son Moix, reventó a remates a un Villarreal que, ya es oficial, está en crisis. Cuatro goles en un partido que borró las acusaciones de equipo defensivo y una expulsión, la de Trigueros, que debilitó y condenó a un Villarreal que suma su cuarta derrota consecutiva en el campeonato. Viajar a Mallorca se ha convertido en una de las situaciones más incómodas de esta liga.
El Villarreal se sumó a otras víctimas como el Atlético de Madrid o el Real Madrid. Jugar en Mallorca es un dolor de cabeza para cualquiera y para sacar algo de Son Moix hay que bajar al barro y tener una tarde inspirada. No fue el caso de los de Setién, al que le crecieron los enanos en un encuentro repleto de errores individuales.
En el primero de ellos, un pase de Reina sobre Albiol, el Mallorca asestó el primer golpe. La agarró Muriqi, que siempre está donde debe estar un delantero, y se la regaló a Kadewere, hoy convertido en un perro de presa colgado de la chepa de Parejo. Mordía tanto el equipo bermellón en la presión, llevaba su defensa tan al límite que a Trigueros se le cruzaron los cables casi en la siguiente jugada al primer gol. Dani Rodríguez marcó territorio y el centrocampista amarillo soltó el brazo para impactar con la cara de su agresivo vigilante. Expulsión y condena para el submarino.
Desde esa acción fue difícil salir a flote, aunque el Villarreal asomó la cabeza con carácter un par de veces a la superficie. Ahí siempre apareció el Mallorca, martillo en mano, para devolver a los de Setién a las profundidades. Ocurrió con el tanto del empate, donde Raíllo regaló un balón que Morales convirtió en el empate. En la siguiente jugada, Dani Rodríguez adelantó de nuevo al Mallorca con un certero remate de cabeza.
Dani Rodríguez trae de cabeza a la defensa del Villarreal
Sucedió lo mismo cuando Chukwueze, al comienzo de la segunda mitad, agradecía otro error del Mallorca en la salida para empatar de nuevo el partido. Seis minutos más tarde, la cabeza de nuevo de Dani Rodríguez se elevaba libre de marca para batir una vez más a Reina.
El Villarreal, no le quedaba otra, asumió riesgos y adelantó su línea defensiva convirtiendo el choque en un correcalles que cerró el Mallorca en una aparición de Raíllo y el posterior remate de Muriqi, que nunca se borra de la fiesta bermellona. Allí donde el equipo de Aguirre huele sangre, aparece el delantero kosovar con el colmillo afilado.
Así es este Mallorca, un equipo aguerrido, convencido de su apuesta y que se hace gigante en Son Moix. Y así se puede permitir, a estas alturas de la temporada, mirar hacia Europa con ilusión y confianza. En esa pelea está también un Villarreal que da demasiados indicios de inestabilidad como para pensar en algo grande esta temporada.