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El Villarreal sostenido por un gran Jorgensen rascó un punto de oro en Getafe. Un partido que se vio marcado por la infantil expulsión de Baena que el cuadro azulón no supo aprovechar durante más de una hora. Dominó el equipo de Bordalás, pero mostró un juego plano y previsible que no le valió para doblegar al submarino que, en un ejercicio de convicción y sacrificio, sale reforzado del Coliseum.
Bordalás fue testigo desde la grada de la impotencia de su equipo. Planteó el alicantino un esquema conservador que era lo que invitaba la trayectoria del submarino en las últimas jornadas,pero faltó claridad arriba a la hora de la verdad. Darle la pelota al Villarreal, apretarle, intentar cazarlos a la contra y talento preparado en el banquillo para rematar en el final del partido. Salió regular.
El plan parecía que iba a crecer con la expulsión de Baena. Totalmente evitable. Iba picado y soltó un codazo cuando fue al suelo con Mitrovic. Torpeza, inconcebible en tiempos de VAR. Con 10 en el Coliseum y una hora por delante. Cada pelota era un Vietnam para los de Pacheta que nunca encontraron su fútbol y parecían entrar en bloqueo.
Jorgensen salva al submarino
Antes de la roja, el Getafe ya mandaba. Apretando en la salida del balón, el partido se jugaba en el campo amarillo. Jorgensen firmó una gran primera mitad. Primero tras una doble parada al disparo de Óscar y posterior intento de Mata y, sobre todo, por el vuelo a mano cambiada para negar el gol a un muy activo Mayoral que la empaló con todo.
Resistió el submarino la primera andanada, con sus bandas convertidas en autovías y un evidente desgaste físico. Quedaba la segunda mitad. Y todo apuntaba a que el Getafe iba a ir con todo.Tras el descanso asistimos a un ejercicio de resiliencia y compromiso del Villarreal. Tres veteranos ilustres como Albiol, Parejo y Capoue sostuvieron al submarino que apenas pisó campo contrario en los 49 minutos del segundo acto.El Getafe se atascó. Pura impotencia que fue creciendo con el paso de los minutos.
Comenzó a colgar balones sin sentido desde las bandas y tan solo la entrada de Greenwood aportó algo de luz a un equipo plano que, cierto es, no sufrió, pero evidenció una falta de imaginación y pegada que le impidió ganar en casa.
Un disparo de Arambarri desde la frontal que cerró el recital de Jorgensen en lo que supuso la más clara del Geta en la segunda parte. Un punto que eleva la figura del discutido Jorgensen y que dejó con un buen cabreo a los azulones, conscientes de la oportunidad perdida. "Esto también es fútbol, papá".
