El Sevilla comienza a darse cuenta de que su temporada está en salvar la categoría. Y para alcanzar este humilde objetivo (para lo que han sido los de Nervión) todo pasa por hacerse fuertes en su estadio, sumando victorias ante rivales de su Liga, aunque el sufrimiento sea máximo. Como sucediese en el último partido en Nervión ante el Getafe, los de García Pimienta terminaron con uno menos y pidiendo la hora. Apretaron los dientes y sacaron adelante un partido que se les había complicado en exceso. Encima, Saúl salía lesionado. Nada les sale bien. El Valladolid, por su parte, sigue con esa dinámica de no vencer lejos de su estadio. También deberá hacerse fuerte en Pucela. Una misma guerra y dos caras. Esto acaba de comenzar pero cómo sabe cada punto. Sobre todo los que se sufren.
El Sevilla se marchó con ventaja al descanso gracias a un gol de Peque. La primera mitad había sido fea, de esas que enfrenta a equipos a los que les va la vida en cada punto y adolecen de un estilo que favorezca sus virtudes. Los sevillistas porque siguen buscando ese punto de fluidez en ataque que les permita llegar alguna vez en ventaja a sus atacantes, mientras el Valladolid lo hacía todo bien hasta tres cuartos de campo, aunque tampoco era capaz de llegar con demasiados efectivos, pese a que arriesgaban en la salida de balón para saltar una tímida presión rival. Con todo ello, el balón parado parecía la mejor arma. El Valladolid tuvo hasta tres faltas laterales antes de que el Sevilla se enterase de qué iba el choque. Bien puestas pero sin remate.
Saúl fue el primero en intentarlo para los del Sánchez-Pizjuán. Peque trata de disparar desde la frontal, para que el rechace lo mandase Saúl desde fuera del área un poco por encima del larguero. García Pimienta había cambiado de banda a Lukebakio y su costado izquierdo tenía algo de más empuje, con Jesús Navas algo desaparecido en la otra banda, como costándole un mundo otro partido más para sus piernas. El público se terminó de enfadar con el colegiado por un posible penalti a Peque en el área, tras rematar de cabeza y recibir un golpe posterior al remate. Nada. Pulido Santana lanzaba tarjetas a discreción. Iheanacho empezaba a apreciar las bromas de su propio público. Le costaba un mundo mantener la vertical en cada jugada. Le faltaba el aire. Remató hacia atrás un centro poderoso de Lukebakio, para posteriormente mandar arriba un regalo del Valladolid.
Quien no fallaría sería Peque. Y tuvo que anotar en una jugada propia de pachanga entre amigos o patio de colegio. Carmona robó alto y trató de buscar compañeros en el área. Varios remates rechazados y balones que nadie acertaba a despejar con fuerza en el área. Al final se hizo con el esférico Lukebakio, para centrar al borde del área pequeña con potencia. Ahí aparecía el más menudo de los atacantes. Nervión celebraba la victoria momentánea. Su equipo no había jugado bien, pero eso con ventaja en el marcador, tras validarlo el árbitro por un posible fuera de juego, siempre se ve de otro modo.
Tensión máxima
El Sevilla comenzaba el segundo tiempo con la mala noticia de la lesión de Saúl. Se iba solo a la hierba y pedía el cambio. Uno de los pocos con criterio y jerarquía entre los sevillistas que pedía marcharse y hasta la camilla debía acudir al terreno de juego. Una posible rotura muscular. Terrible noticia para un equipo que sólo las acumula en ese sentido. El partido estaba sin excesivo ritmo. Los locales buscaban la contra, mientras el Valladolid adueñarse del balón más cerca de Nyland. Y en la primera jugada trenzada llegaba el empate al Sánchez-Pizjuán. Gran jugada por la derecha, con la empanada generalizada de una defensa pasiva (Agoumé sobre todo), para que Kike Pérez marcase con su izquierda.
El Valladolid se venía arriba. Nyland sacaba de la escuadra una falta directa de Iván Sánchez. Nervión comenzaba a digerir que la tarde se iba a tornar en lo que más temía. García Pimienta sacaba al campo a Suso y Ejuke. Necesitaba más mordiente y jerarquía, ya que la salida de Saúl había dejado al equipo sin liderazgo. Todos buscaban a Lukebakio en las contras. Una buena acción del belga la finalizó Ejuke, con buena parada del meta del conjunto pucelano. Hein realizaría una mejor en un mano a mano con Peque, quien se movió en el área como pez en el agua y no supo definir ante el gigantón del Valladolid. La mejor opción de la segunda parte para los sevillistas.
Y como esa ocasión no podía quedar en el limbo, en el siguiente ataque, en una recuperación donde Peque tuvo mucho que ver, la pelota llegaba a Ejuke, quien se fue haciendo el hueco para disparar raso al palo largo. Entró la pelota. Y estalló Nervión. Aún quedaban cosas por suceder. Marcao vio la segunda amarilla en una contra del Valladolid. Uno menos el Sevilla y siete minutos de alargue. No había terminado. Aguantó el Sevilla. Como ante el Getafe en el último partido en el Sánchez-Pizjuán. Todo pasa esta temporada para los sevillistas por lo que consigan en su estadio. No les da para más. Sacan un poco la cabeza. Lo necesitaban.
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