La primera acción del partido dejó bien claro que en el José Zorrilla nadie espera milagro alguno. Con el reloj sin apenas sumar un par de minutos, Osasuna pudo marcar en la primera llegada al área de André Ferreria. Si hace unas semanas era el Getafe el que se adelantaba nada más arrancar el duelo en Valladolid, esta vez eran los de Vicente Moreno los que lo rondaron. No fue a la primera, fue a la segunda cuando Budimir enviaba al fondo de la red un centro preciso de Rubén García. Un gol que dejaba más tocado todavía al colista de Primera.
Unos minutos antes de ver como Budimir anotaba el primero para Osasuna, Latasa, que volvía al once tras su incidente con Luis Pérez, había tenido un doble remate en el área que quién sabe si hubiese cambiado el ánimo de un equipo que pasea por Primera esperando dar con sus huesos en Segunda. No encontró premio Latasa, si lo hizo Budimir segundos después de que Moncayola tuviese que marcharse lesionado. No habían pasado diez minutos y el partido ya tenía color rojillo. Superado el ecuador de la primera mitad parecía dejar visto para sentencia el duelo un gran Rubén García. El 14 navarro empujó en el área pequeña un balón perfecto de Areso.
El paso por vestuarios sirvió al Valladolid para cambiar por completo su cara. Los de Álvaro Rubio olvidaron su situación en la tabla para intentar brindar a los suyos una imagen acorde al club que representan. Sylla y Moro lideraron una reacción que no encontró premio. Con Raúl Moro en modo protagonista llegó el primer tanto pucelano. El catalán ha dejado muestras durante el curso que es futbolista de los buenos. No hubo tiempo para mucha celebración, Budimir, de penalti, volvía a poner tierra de por medio.
Pese al palo que supuso el tercero de los rojillos los locales no entregaron la cuchara. Sylla se encargó de transformar un penalti que había provocado él mismo. Casi media hora por delante para intentar culminar la remontada. Más corazón que fútbol. Lo mínimo para un equipo que había pasado por la primera mitad de puntillas.
No pudo ser, Valladolid ya no cree en el milagro. El próximo jueves puede certificar su descenso en el Villamarín ante el Betis y finiquitar la agonía de las últimas semanas. Habrá tiempo entonces para analizar y poner las bases para intentar devolver a una ciudad histórica a Primera. Mientras, Osasuna vuelve a asomarse a los puestos que dan a Europa. Sin levantar la voz y tras un curso repleto de altibajos, los de Vicente Moreno enfilan la recta final de la temporada con el sueño europeo a tiro. Con Budimir todo es posible para los rojillos. En Pucela ya no hay milagros.
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