Marco Asensio y Carlo Ancelotti en una imagen de archivo
- Real Madrid. El tridente sale de la crisis
Tras el gol de Vinicius, Ancelotti no lo pudo reprimir. El tanto aseguraba la victoria que era lo que más necesitaba su equipo y el propio entrenador. No es ajeno a lo que pasa, a lo que se dice y todavía tenía en la memoria lo sucedido en París, en la primera parte de una eliminatoria a ciento ochenta minutos aunque para algunos ya se haya jugado.
do los pitos volvieron a aparecer por el siempre exigente y a veces confundido Bernabéu. Hasta los jugadores lo sabían y algunos fueron a buscar al técnico al terminar el partido. Lo necesitaba, mejor dicho, lo necesitaban.
El triunfo, los tres goles y la buena segunda parte van a servir para vivir una semana tranquila. El primero en reconocer el mal partido de París ha sido el técnico. Ha reconocido los errores cometidos, pero parece no servir. La sensación que tienen en el vestuario es que se está esperando con la escopeta cargada, que no importa nada el liderazgo en Liga de un grupo casi idéntico al de la pasada temporada y al que se le exige más que hace un año.
Ancelotti sabe de la exigencia del Real Madrid. La ha asumido desde el primer día que llegó al club blanco. Se identifica con ella, con la imperiosa necesidad de ganar, pero ni él ni los jugadores ven sentido al clima que rodea al equipo y que ayer se puso de manifiesto en el Bernabéu cuando peor lo pasaba el equipo blanco.
Otra vez como ante el Granada
Marco Asensio
lo volvió a hacer. Criticado tras el partido ante el PSG, el delantero repitió lo hecho ante el Granada. Cuando más lo necesitaba su equipo la zurda privilegiada de Asensio volvió a ser decisiva. Asensio no solo fue el autor material del primer gol. También participó en el segundo, en esa jugada que encadenó catorce pases seguidos, y en otros muchos momentos del partido en el que la situación no era la más propicia para su equipo. Ya tira del carro y nadie lo puede negar.
Con respeto, pero sin esconderse, Asensio miró a la grada tras marcar y recriminó los silbidos que habían escuchado sus compañeros y él cuando el marcador se mantenía con las gafas iniciales. No es normal lo que sucede con este
Real Madrid
por mucho que lo hicieran mal en París.
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