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Obligado a ganar. Así salta hoy el Real Madrid al Camp Nou para estar en la final de Copa, un título que no llega al museo madridista desde 2014, cuando lo celebró con Ancelotti en el banquillo y el Barcelona como enemigo en la final.
Esta es la octava semifinal copera entre los dos gigantes del fútbol español. De ellas, cinco veces se jugó al ida en Madrid. Solo una vez, los blancos viajaron con ventaja: en 1954, cuando su 1-0 en Chamartín no resistió el en Las Corts (3-1). En 1959, con Luis Suárez desatado en Chamartín se pasó de un 2-0 a un 2-4, rematado por el equipo de Helenio Herrera en su casa. Con Mourinho a los mandos, en 2013 el Madrid tomó el Camp Nou (1-3) después del 1-1 de la ida. Ocurría una década después de que, con Floro en el banquillo, el Madrid conquistara un estadio que era una pesadilla para los blancos.
El contexto
La temporada 1992-93 era la primera del Barcelona campeón de Europa. La Liga, la de la explosión del Súper Dépor, se encaminaba a un desenlace idéntico al de la campaña anterior, un mano a mano final entre Real Madrid y Barcelona con los blancos cerrando en Tenerife.
La Copa les enfrentó en semifinales, con la ida en Madrid el 9 de junio y la vuelta una semana después. Entre esos dos partidos, se jugó el derbi madrileño en el Bernabéu (1-0) y el Barça ganaba 0-1 en Pamplona.
El resultado en Chamartín fue un 1-1 (Bakero adelantó al Barça y empató Zamorano). Por lo tanto, en solo cuatro días, Real Madrid y Barcelona se iban a jugar la Liga y la Copa.
Enredo de resultados
El Camp Nou se había convertido imposible para el Real Madrid. Un triunfo en la Supercopa de España de 1990 (0-1, el día del pisotón de Stoitchkov a Urizar) era la única victoria desde que el 22 de octubre de 1983, los goles e Juanito y Santillana superaran al de Quini.
Con ese peso viajó el Madrid a Barcelona el 15 de junio de 1993. Se hablaba mucho de la última jornada. El jaleo en la clasificación era tal que hasta se hablaba de locuras como que al Barcelona el convenía perder en las semifinales de Copa para que el Tenerife no tuviera que hacer más cuentas que ganar al Madrid en el final de Liga. La clasificación del equipo de Valdano para Europa era un galimatías con Sevilla y Atlético de Madrid de por medio y con el problema de que no se sabía si el sexto iría o no a Europa.
Con 10 a la media hora
Entre cuentas y especulaciones, Barcelona y Real Madrid saltaron al verde de un Camp Nou abarrotado poco antes de las nueve de la noche. Con apenas 100 segundos de partido jugados, Andújar Oliver amonestó a Rocha por una tremenda patada a Stoitchkov. A la media hora, otra dura entrada del central brasileño al búlgaro, acompañada de una protesta, dejó a los de Floro con 10 jugadores.
Parecía la inflexión de un partido en el que el Madrid era superior desde el inicio, por juego, intensidad, ocasiones... Y el gol. Porque antes de la roja a Rocha, Míchel había adelantado al Madrid tras un clarísimo derribo de Nadal a Alfonso.
A pesar de jugar con 10, los blancos acumulaban ocasiones sin que Cruyff fuese capaz de cambiar la noche.
Koeman falla un penalti
Pero el Barça tuvo su oportunidad. Negado en su juego, los 68 minutos, un penalti dudoso de Hierro a Stoitchkov le daba la vida. Pero Koeman, uno de los mejores especialistas de la historia, lo mando al larguero. El Barça se desoriento aún más, Zamorano hizo el 0-2 a falta de ocho minutos a pase de Luis Enrique. Luego, Laudrup cargó de electricidad el final con el 1-2.
Pero era tarde para el Barcelona y el Madrid, tras un partido brillante y repleto de coraje, se metió en la final de Copa, donde le esperaba el Zaragoza.
Con los de Benito Floro en la final de Mestalla -que la ganaría el 26 de junio, con goles de Butragueño y Lasa, se acabaron las especulaciones. Al Tenerife no le valían más cuentas que ganar al Madrid para meterse en Europa.
La historia de repite
Y lo hizo el equipo de Jorge Valdano, que dos veranos después viajaría de Tenerife a Madrid para devolverle a su equipo del corazón lo que dos veces le había quitado.
Fortalecido por su gesta en el Camp Nou, el Madrid viajó a Tenerife con un punto más que el Barça, pero obligado a a ganar para ser campeón.
Todo le salió mal. Dividido en dos vuelos particulares, uno de ellos se convirtió en una odisea con la cabina a 60 grados, los jugadores quitándose la ropa, regreso a Madrid y llega a Tenerife a las tantas de la mañana. Pasada la media noche, en un avión cedido por Mario Conde (entonces presidente de Banesto), aterrizaron jugadores cuyos cuerpos notaron lo vivido.
Al día siguiente, Dertycia y Chano marcaron antes del descanso los dos goles que ponían la Liga en bandeja a un Barcelona que ganó 1-0 al a la Real en su casa. Eso y un arbitraje de Gracia Redondo del que el madridismo clama dos décadas después.