El estadio del Madrid costó 400.000 euros en los años 40 del siglo XX, frente a los 893 millones invertidos en la que es la mayor reforma de su historia. Una renovación constante que llegará a término este año.
El 27 de octubre de 1944, Don Santiago Bernabéu se remangaba para poner la primera piedra del Nuevo Estadio de Chamartín, construido en el terreno anexo al viejo, tras salir adelante la emisión de bonos del Banco Mercantil e Industrial promovida por el legendario ex presidente y Rafael Salgado, al que recuerda hoy la calle que delimita el fondo norte del actual Bernabéu. El proyecto elegido para ejecutar el plan del presidente blanco, que muchos tacharon de locura, fue presentado un par de meses antes, con un plazo de ejecución de 30 meses y un presupuesto de 68 millones de pesetas, unos 400.000 euros al cambio de hoy.
Este pasado lunes, el Real Madrid anunciaba que el coste de la reforma del estadio actual, iniciada en 2019, ascendía a 893 millones de euros. En pesetas, casi 150.000 millones para dar forma a un proyecto que se pretende inaugurar el 14 de diciembre de 2023, 76 años después de la puesta de largo del Bernabéu original, que incluyó un amistoso ante Os Belenenses portugués con un primer gol de Sabino Barinaga. Esa temporada 47-48, el Madrid estuvo a punto de descender. "Un estadio de Primera para un equipo de Segunda", coreaban los poco afectos al color blanco.
125.000 localidades
El nuevo Bernabéu tendrá un aforo de 85.000 espectadores, a falta de los remates finales de las obras. Lejos de las 125.000 plazas que llegó a alcanzar el coliseo blanco a partir de 1954, cuando el club decidió acometer una nueva reforma ante la creciente demanda de la afición madridista. Se construyó el famoso gallinero, y el Madrid contó con el estadio más intimidante de Europa, arma esencial para dominar el continente de la mano de los Di Stéfano, Gento, Muñoz, Puskas, Santamaría, Rial o Marquitos. Una mezcla entre futbolistas y afición que estableció un dominio sobre la Copa de Europa aún no igualado a día de hoy.
La estructura básica del estadio se mantendría intacta en las décadas siguientes, en las que se fueron incorporando mejoras como la iluminación eléctrica o los marcadores automatizados. Con todo, a Bernabéu se le había quedado pequeño el estadio y presentó un proyecto para construir uno nuevo, más al norte de la capital, entre las carreteras de Colmenar y Burgos. Era 1972 y el proyecto, que incluía la construcción de un rascacielos en el solar de Castellana, valorado en 4.000 millones de pesetas, llegó incluso al Palacio de El Pardo. Pero no pasó el filtro del alcalde de Madrid, Carlos Arias Navarro, entre otras autoridades del Régimen. "Está tan prohibido como el asesinato", llegó a decir el edil madrileño, encargado de anunciar la muerte del dictador poco después.
Un sueño frustrado
El gran sueño de Bernabéu, que consistía en un estadio para 120.000 espectadores con una cubierta similar a la del espectacular (por entonces) Olímpico de Múnich, fue a parar a un cajón. Don Santiago falleció en 1978, y no pudo disfrutar de la siguiente gran remodelación del coliseo madridista, emprendida con motivo del Mundial de 1982, organizado por España. El papel de la selección fue más bien un papelón, con una derrota y un empate eliminatorios en la segunda fase, en sendos partidos jugados en el campo del Madrid. El estadio había visto reducido su aforo hasta las 91.000 localidades, en una reforma que cubrió con una visera los dos fondos y el lateral de Castellana, en respuesta a las exigencias de la FIFA. Aquel renovado y ochentero Santiago Bernabéu vivió su primera gran noche el 11 de julio de 1982, con motivo de la final entre Italia y Alemania (3-1), que dejó para la historia el éxtasis de Tardelli sobre el césped madridista tras hacer el segundo gol de la Azzurra.
De 700 millones a 5.000
Esa reforma costó 700 millones (en pesetas aún), de los que el Madrid pagó más de 500. Hasta 5.000, a cargo de nuevo de la galopante deuda del club, se fue la siguiente gran reforma, impulsada por Ramón Mendoza, con el objetivo de recuperar aforo ante la pérdida de la mayor parte de las localidades de pie impuesta por la UEFA por motivos de seguridad. Mendoza se las apañó para hacer crecer el estadio en hasta 20.000 localidades (106.000 en total), gracias a la construcción de un tercer anillo en ambos fondos y en el lateral oeste. Se añadieron, además, las cuatro torres de y evacuación que se convirtieron en seña de identidad exterior del estadio hasta la reforma actual.
Con la supresión definitiva de las localidades de pie, en 1997, el aforo se redujo a 75.000 espectadores. Tras la llegada de Florentino Pérez a la presidencia (año 2000), se impulsó un primer plan de reformas para modernizar y rentabilizar el estadio, que supuso la inversión de 130 millones de euros en cinco años. Llegaron mejoras como la tan celebrada calefacción, los palcos VIP y los primeros locales de restauración. El aforo subió ligeramente (80.000 localidades) y el estadio recibió la consideración de 'cinco estrellas' de la UEFA.
Un estadio nuevo
Con todo, la gran reforma estaba por llegar, y fue la iniciada en 2019 y que, prácticamente, supone construir un estadio nuevo sobre la base del antiguo. Un proceso que ha atravesado por todo tipo de azares, desde una pandemia que permitió acelerar las obras ante la prohibición de a los estadios y que desterró el fútbol del Bernabéu durante 560 días, a la invasión de Ucrania por parte de Rusia, que ha disparado los costes de la reforma hasta esos casi 900 millones de euros anunciados por el club. El nuevo Bernabéu será el estadio del techo y el césped retráctiles, el de la piel envolvente y el videomarcador 360, un recinto que albergará fútbol y también todo tipo de eventos masivos, deportivos o no, clave en el plan del Madrid para mantenerse en la élite del fútbol europeo. Nada nuevo en la historia del club. Una vez más, Don Santiago marcaba el camino hace casi 80 años...
