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Mientras el Madrid masticaba piedras ante el Pucela, Toni Kroos podía estar jugando con los niños, visitando su fundación, haciendo un podcast con su hermano Félix e incluso puede que viendo a su ex equipo ante el Valladolid. En cualquier caso, no estaba en el Bernabéu y eso lo notó el Madrid, que ante este tipo de partidos (autobuses para los clásicos y bloques bajos para los modernos) echa más de menos que nunca la hipnótica mecedora del alemán, la que quiebra muros con sutiles caricias al balón. La salida de Toni es más dañina para el Madrid que la de Cristiano, Benzema o Ramos, por citar sólo algunos, porque afecta a la esencia misma de su juego. Simplemente, hay que inventar otra forma de jugar. Y no es tan fácil.
Tras un primer tiempo nefasto, el gol de Valverde desfondó a un Valladolid pendiente de otras guerras y permitió al Madrid disfrutar al espacio. Mbappé lo buscó, pero no pudo estrenarse con gol en el Bernabéu. El foco se lo robó Endrick, un fichaje eclipsado por el fulgor del francés que cerró la cuenta en el descuento con un buen remate de 9, un resquicio por el que puede hacerse importante en este Madrid porque es un perfil diferente al de los intocables
No podrán los jugadores del Madrid echarle la culpa al césped, porque resultó estar bien, al menos en este primer partido de la temporada. Se ve que la pequeña NASA que el Madrid tiene montada bajo tierra, el famoso hipogeo, ha hecho los deberes este verano. Claro que falta el siempre certero análisis del ladino Guardiola.
La lesión de Camavinga pone el foco en Tchouaméni, un pivote defensivo que, en funciones propias de su naturaleza, colma expectativas de mínimos. Cuando se trata de jugar rápido o de primeras o de dibujar un pase que comprometa posiciones rivales, es otra cosa. Se ganó con mérito un par de piraditas. Cuesta verle en un futuro llevando el timón de la nave, y partidos como este dan la razón a los que le ven como un proyecto de gran central más que de mediocentro de equipo grande. Entre ellos, el mismo Ancelotti.
Aunque hace ya tiempo que el Real Madrid incorporó en segundas y terceras equipaciones colores que nada tienen que ver con el blanco nuclear de la primera, pocas deben de haber sido tan exitosa como la naranja de este año. En el Bernabéu se vieron varios cientos de camisetas de este color, el de la segunda equipación de esta temporada, que ya fue usado allá por la 13-14. A falta de que los futbolistas afinen, la máquina de billetes sigue facturando.
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