Vinicius y Camavinga.
Se han instalado en el barro arbitral de la Liga, y parece que para quedarse porque Vini provoca y Camavinga no controla. Ayer los dos acabaron con amarilla en Bilbao, confirmando que el chirimiri de los prejuicios ha calado en la mente de los jueces, una especie de gota malaya con pinta de irreversible. Vini es el jugador de las grandes Ligas que más faltas recibe. Y eso contando solo las que se
pitan. Su desprotección, denunciada ayer por Ancelotti, es clamorosa, sobre todo en comparación a la bula arbitral de la que gozan y gozaron jugadores mucho menos desquilibrantes que él. Pero ya saben,
Vini habla, protesta, pía, responde y tiene la piel muy fina con eso del racismo
, un prejuicio como todos sabemos inexistente en nuestra sociedad y en nuestro fútbol. Así que leña, a ver si lo sacamos del partido, o del Madrid, lo que redondearía la jugada hasta la absoluta perfección.
Así será mientras estemos más pendientes a su reacción
tras un puntapié que al puntapié en si. El dedo y la luna.
Lo de Camavinga es distinto, pero igualmente preocupante.
El chico se ha ganado la fama de duro y sale a tarjeta por partido.
En la de ayer ni siquiera toca al rival, a diferencia de otros jóvenes que suelen salir indemnes de lances más evidentes. En esos casos se celebra la
intensidad
, en el de
Eduardo se habla de descontrol e inexperiencia.
En fin, así está montado este
circo
. En España son habas contadas con el Madrid.
Qué ganas de Champions...
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