REAL MADRID

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El segundo portero

Lo de los domingos

Lunin, en San Mamés.
Lunin, en San Mamés.Ricardo Larreina / UGS

El segundo portero es una especie peculiar. Se sabe segundo portero y, efectivamente, lo es. Pero el segundo portero también tiene su ego. Por eso, mientras siente pena genuina y sincera por la lesión de su amigo y compañero, piensa que la mejor opción para suplirle es él. Porque es futbolista y los futbolistas son así. "¿Y por qué no lo voy a poder hacer yo igual de bien?". Pero el segundo portero llega al vestuario aún doliéndose por la imagen del portero titular yéndose en camilla y lee el móvil. Y se da cuenta de que no va a dejar de ser segundo portero.

Ser segundo portero es lo más parecido a la 'friendzone' que hay en el fútbol. Estás trabajando todos los días, poniendo buena cara y dejando claro que si algún día pasa algo tú estás ahí. Y cuando el titular queda fuera de juego, el club decide acudir al mercado mientras el segundo portero se da cuenta de que siempre será segundo portero. Que ha habido una oportunidad para dejar de serlo, pero que ni siquiera el calendario ha estado de su lado. "Si esto hubiera pasado dentro de un mes...", pensará el segundo portero. Entonces el club no hubiera tenido tantas opciones y él hubiera ascendido a primer portero. Con asterisco, pero primer portero.

Cuando el Madrid fichó a Lunin en 2018, el plan estaba claro. Que saliera cedido al principio, que conviviese con el correspondiente portero titular después y que, llegado el momento, se adueñase de la portería. Cinco años más tarde, habiendo seguido los pasos, el desenlace no ha sido el esperado. Algo no ha salido bien. O nada ha salido bien.

Las cesiones a Leganés y Valladolid fueron un desastre y sólo en el Oviedo encontró continuidad. Desde que se quedó en el primer equipo del Madrid apenas ha tenido las oportunidades que se le brindaban a otros segundos porteros y sólo una lesión corta de Courtois la pasada temporada le permitió sentirse de verdad el guardián de la portería del Madrid.

Este verano ha estado más fuera que dentro, con el club y el entrenador intentando fichar otro suplente para Courtois y abriendo la puerta de salida a un Lunin que se ha quedado manteniendo una pequeña llama de esperanza en que su momento iba a llegar. Finalmente (y desgraciadamente), esa oportunidad llegó. Pero ni por esas. Habrá que ver si a Kepa le puede arañar más minutos de los muy pocos que le rebañó a Courtois.

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