Si Gil Manzano hubiera concedido el gol de Bellingham tendríamos exactamente el mismo lío pero al revés. Es la consecuencia de haber gestionado una jugada muy simple de la peor manera posible. Porque la jugada, en sí, no ofrecía mayor dificultad. Una vez se saca el córner o se pita en el despeje o se deja seguir. Gil Manzano se quedó a medias e hizo lo peor: pitar contra la esencia del juego. Ningún jugador se quedó parado porque todo el mundo en
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