Media hora después, nadie se acordaba de los cinco primeros minutos despachados por España, ésos en los que concedió un gol, el de Ballard, y coqueteó con otro, el de Price, apuntándose una tarjeta para Le Normand en el intervalo. Irlanda del Norte recordó aquellos tiempos de Armstrong hasta que topó con la cruda realidad, que la tiene fuera de la Euro y que, para el caso que nos ocupa, la dejó a merced de Rodri. Porque fue cosa de que el mediocentro del City agarrara la pelota y empezara a repartirla entre compañeros para que ese arranque quedara en materia para el olvido. Ayudó también, por supuesto, que el 5-4-1 forastero no sirviera para encimar a Pedri en un recorrido corto hacia el disparo lejano y raso que certificó enseguida el empate.
A partir de ahí, los futbolistas de La Roja presentaron credenciales sucesivamente. En el segundo se lucieron, por ejemplo, Navas y Morata, el carrilero con una banana al primer toque, el ariete con un cabezazo picado que le viene de perlas. Tenía el partido tanto ritmo que el del silbato decidió pararlo para una pausa de hidratación o cooling break, elija cada cual su idioma. Pero ni por ésas: al retorno cogieron el testigo los extremos, Nico marchándose por la izquierda para obsequiar a Pedri con el doblete, Lamine perfilándose por la derecha para recibir con un caramelo la llegada de Fabián. 3-1. 4-1. Apenas 35 minutos en el reloj.
Si atienden a los párrafos anteriores comprobarán que ya se ha citado a toda la parcela ofensiva dispuesta por De la Fuente, que en sus dominios se lo pasaba como un niño. Resultó casi sorprendente que de ahí al descanso no hubiera más visitas al marcador, resultó casi capicúa que el epílogo del primer acto volviera a dejar dudas sobre la zaga local, terriblemente blanda en una doble acción que pudo valer el segundo irlandés, más allá de que Charles topara con Unai y Price con su propia impericia. A la grada irlandesa tanto le daba la goleada, conviene aclararlo, que no era precisamente el resultado lo que buscaban los de verde en Mallorca.
Se viene la Euro, que de eso se trata. De hecho hoy mismo volará la expedición española hacia Alemania, así que el tiempo corre contra el seleccionador, contra todos los seleccionadores en realidad, en lo que a incluir futbolistas respecta. Por eso don Luis aprovechó las circunstancias para mover el árbol como ya hiciera tras el refrigerio ante Andorra. Esta vez fueron Carvajal y Grimaldo los que ingresaron en los carriles para configurar durante unos minutos el que puede sospecharse como once del estreno, que enseguida dio paso a un nuevo carrusel para dar minutos a Laporte y premiar a Oyarzabal.
Que a las tres muescas del miércoles consideró conveniente añadir una cuarta después de que Lamine robara una pelota sin atender demasiado a la legalidad y con el colegiado haciéndose el longuis. Por lo demás el partido ya no fue para tanto, Merino y Joselu tuvieron también minutos, coincidieron sobre el pasto los hermanos Evans, España ofreció atrás algún otro síntoma de fragilidad y Unai anduvo más vivo con las manos que con los pies. Todo sirve para sacar conclusiones después de sendas goleadas a rivales que circulan en el sótano del fútbol continental. Pero, presentada la candidatura, toca ganar las elecciones. Europeas, por supuesto.
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