- Estadísticas Así vivimos el España - Dinamarca
En un partido que fue un corte de digestión, España se llevó tres puntos gracias a un derechazo de Zubimendi, otro goleador inesperado. Dinamarca llegó con la misión de revolver el desfile de España y casi lo logra. La oleada de ausencias se notó en la maquinaria española, pero siempre hay un último tablón que agarrar. Es lo que tienen los equipos campeones.
Sin Rodri, el sherpa del juego; sin Carvajal, el termostato anímico; sin Nico, el de los fuegos artificiales; sin Le Normand, el último gendarme; sin Dani Olmo, el hombre sorpresa, o sin Unai Simón, el león de la meta, era imposible esperar la mejor foto de España. A De la Fuente se le ha roto el dominó a trozos.
Sin ellos, con los que España ya jugaba con una venda en los ojos, costó encontrar el volante. En esas curvas siempre aparece Lamine Yamal, un chico que no conoce el aburrimiento en el campo. Lo mejor de España llevaba la marca del nuevo número 10, que perdonó el gol en la última jugada de la primera mitad cuando se coló ante Schmeichel con un remate que se marchó alto.
Dinamarca llegó a Murcia con un cargamento de antídotos. En esta generación no hay rastro del ADN de Laudrup, algo que se suple con entrega y compromiso. El cuadro danés, pegajoso, no dejaba pensar y combinar a España, uno de sus hobbies favoritos.
La conexión con Pedri
Una de las principales víctimas de ese planteamiento era Pedri, el encargado de encender las luces de la caseta española. Ni el canario ni Fabián encontraban las llaves del juego. Esa tarea de rompefiestas la ejecutaban Hjulmand y Hojbjerg, el pivote que quiere todos los veranos el Atlético.
El cuadro danés montaba una telaraña en defensa y tiraba de zancada en ataque. Por las bandas encontraba autovías. David Raya atrapó un balón que olía a disgusto mientras Gronbaek exhibía habilidad.
La entrada de Baena y Merino
España necesitaba una marcha más. Cuando el partido se encaminaba al empate sin goles De la Fuente dio entrada a Álex Baena y Merino, un héroe, por Oyarzabal y Pedri. Con cuatro centrocampistas y nuevas botellas de oxígeno el partido pasó a jugarse en 40 metros, cerca de la nuez de Schmeichel, un anuncio de lo que podía suceder cuando hay una selección a la que obedecen todos los bombos.
Las tres cerezas salieron en un derechazo de Zubimendi desde fuera del área que se coló por debajo del brazo de Schmeichel en su único fallo. A su padre, aquel mito del Manchester United que cogía los balones como si fueran kikos, no le debió gustar nada lo que vio en la acción. A España se le aparecen los goleadores inesperados. El desfile lo cerró Zubimendi.
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