Luis Enrique, dando instrucciones durante el partido ante Albania.AP
Se buscan hombres para viaje peligroso. Riesgo constante. Honor y reconocimiento en caso de éxito". Con este anuncio en la prensa británica de 1911, Ernest Shackleton intentaba reclutar valientes para la expedición que pretendía cruzar a pie la Antártida. Salvando los tiempos y el contexto, Luis Enrique está en una tesitura parecida y podría ofertar algo así: "Se buscan centrales para viaje peligroso...". El viaje es el Mundial, claro.
Que sean centrales lo demuestra el hecho de que van pasando los partidos y, siendo una selección reconocible en sus virtudes, España tiene en su falta de contundencia defensiva uno de los problemas que pueden abortar una expedición tan prometedora.
Hasta en partidos tan poco aclaratorios como el del sábado se ve a la legua.
Por usar las teorías de Ancelotti, los centrales de la selección son demasiado optimistas. Y ya dejó dicho Carletto que un central tiene que estar siempre con la mosca detrás de la oreja
. No parece el caso de Pau Torres o de Eric García o de Laporte, futbolistas de buen pie pero totalmente alejados del estereotipo del central feo y pesimista, como símil de contundencia, que a veces se echa de menos en este equipo.
El gol de Albania explica esta teoría. Puede parecer simplista pero que es un patrón que se repite en el tiempo: la defensa de la selección no es consistente. España encaja demasiados goles evitables
. Y en un torneo corto y cuando llega el formato de partido único, estas cosas se pagan.
El resto del plan va saliendo. Unos días mejor que otros. España se ha encontrado con
dos amistosos en medio de la nada que, viendo las barbas del vecino, es mejor que una repesca en medio de todo. Así que se hace lo que se puede. Que no es jugar bien, precisamente, pero sí ser reconocible
: querer el balón, defender hacia adelante, apretar sin la pelota, asentar a los habituales y dar espacio y crecimiento a los que vienen.
LUIS ENRIQUE, AL REVÉS
Desde los tiempos de Villar, la ley no escrita era que el seleccionador renovara antes de las fases finales para que afrontara con una cierta confianza su hora de la verdad. Para que " el míster esté tranquilo", decía Ángel María.
Pero Luis Enrique prefiere estar nervioso porque va en su naturaleza y porque no quiere ser una carga si vienen mal dadas.
Como lo normal será no ganar el Mundial, igual que entró dentro de lo aceptable no ganar la Eurocopa y volver con un alto grado de satisfacción, habrá que medir muy bien qué es lo aceptable para que un seleccionador continúe o para que haya un cambio de ciclo.
En el bagaje debería contar no tanto la fase que se alcance como la sensación que deje el equipo. Ocurre que, en su singularidad, Luis Enrique a veces roza la extravagancia
y puede ser feliz cayendo con honra en los octavos de final o agarrar la puerta con el título bajo el brazo porque se le ha ocurrido hacer la temporada de gravel con su bicicleta.
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