La cigüeña y sus migraciones. El Extremadura y sus regresos. Parecía que la última vez iba a ser la definitiva, pero el club de Almendralejo se volvió a levantar de la lona en un ejercicio de resiliencia que solo puede compararse con la perseverancia de las aves migratorias.
Allí, en lo alto de un campo histórico, una cigüeña sobrevolaba un Francisco de la Hera abarrotado que bien recordaba a otros tiempos. Y allí, el CD Extremadura consiguió su ascenso a Tercera Federación no sin antes pasar por los impedimentos propios de los grandes regresos. Aquí es donde aparece el papel de un Chinato que iba a vender muy cara la derrota. Aún así, y con el apoyo de toda una ciudad, el club azulgrana se llevó la eliminatoria.
Minutos después, la cigüeña acabó posando sus patas en el pasto para completar la más perfecta de las metáforas visuales. Rama a rama, palo a palo, vuelo a vuelo... El CD Extremadura dio el primer paso hacia un regreso primaveral que, como las migraciones de las cigüeñas, esperan repetir cada año hasta recuperar su grandeza.
La ilusión de una ciudad que no se deja vencer
"La esperanza es lo último que se pierde", suelen decir los más optimistas. Y de ellos está Almendralejo lleno. Pocas aficiones más volcadas con un equipo como la del Extremadura. Da igual la etapa o la forma del escudo, dan igual los jugadores y los dirigentes. Desde los tiempos de Primera División a la actualidad, esta pequeña ciudad se ha volcado con su equipo.
El ambiente era el propio de los partidos grandes, aunque nada tenía que ver con el encuentro de ida en Malpartida de Plasencia. Todo el mundo sabía que la presión era de los locales y la tensión se palpaba en una grada abarrotada. El aforo superó las 6000 butacas, pero a la afición que más se escuchaba por momentos era a la del Chinato. Juegos y pasacalles adornaban un día festivo que se vivió con tanta alegría como inquietud. Todo ello, presidido por la inmensidad de un Francisco de la Hera que recuperaba el color de las grandes citas gracias a una atmósfera que recordaba a tiempos del pasado.
Un partido entre el coraje y atrevimiento
"No necesitamos nada más para motivarnos", nos decía Sergio Cunha, capitán del Chinato, minutos antes del encuentro. El césped estaba perfecto y el campo recién regado. Las gradas llenas y las aficiones entusiasmadas. El día era perfecto y solo podía mejorarlo un buen partido. Y así fue.
El Chinato demostró desde un principio que estaba más que preparado para subir a Tercera RFEF y poco le importaba la historia de su rival para intentar conseguirlo. Desde el inicio, el equipo de Malpartida de Plasencia se presentó en el Francisco de la Hera con el coraje de un gladiador y el atrevimiento de un debutante. Una sensación que se convirtió en realidad en el minuto 4, cuando Vadillo robó un balón en el centro del campo y dio un pase perfecto a Rubén Colmenero (Buben)para marcar el primer gol tras regatear al portero. Sin embargo, el línea impidió la alegría de los chinatos levantando el banderín en un fuera de juego que fue muy protestado por la afición de Malpartida.
La avalancha verdiblanca seguía asediando a una defensa que conseguía solventar con algunos problemas las acometidas de la delantera chinata. Los saques de banda kilométricos de 'Viery' y el juego de espaldas de Alfonso Domínguez estaban poniendo en problemas el esperado ascenso.
La sensación en el ambiente era de una presión extrema en la que el Chinato estaba surfeando con un equipo que mostraba las ideas claras. La presión alta y la contundencia de la defensa visitante estaba impidiendo a los de Almendralejo hacer su juego, y el gol no se hizo esperar.
Corría el minuto 27 y 'Buben' se daba la vuelta para encarar al portero con varios metros de recorrido. Sin embargo, Pablo Cidoncha logró evitarlo con una falta táctica que muchos protestaron como tarjeta roja y bien pudo serlo. El Chinato estaba siendo un martillo pilón con las transiciones rápidas, pero el merecido gol de los visitantes llegó de un balón parado y un despiste en el marcaje. Fue cuando Diego Rodríguez aprovechó un remate de cabeza que acabó en el palo para acabar empujando a placer en el interior de la portería azulgrana.
Acción - reacción propia de los grandes
Los cánticos de la afición chinata resonaban en un Francisco de la Hera en el que apareció la sensación de intranquilidad. El buen inicio de los visitantes y las imprecisiones de los jugadores clave azulgranas dejaron muda a la grada principal del estadio. Sin embargo, el destino parecía darles una segunda oportunidad. Nada más sacar de medio campo y con la emoción aún en el cuerpo, Leandro Izquierdo hizo un desmarque perfecto a la espalda de la zaga chinata que fue correspondido con un gran pase de Carlos Espinar dejándole solo frente al portero visitante. Muy listo, el extremo de Almendralejo se echó el balón a su pierna derecha y generó un penalti claro que el árbitro no dudó en pitar.
El mismo Leandro ejecutó la pena máxima de una forma de lo más peculiar para acabar poniendo el 1-1 en el marcador en el minuto 30. De esta forma, el CD Extremadura volvió a meterse en el partido y el duro golpe del primer gol chinato ya parecía cosa del pasado. La afición local se despertó y el ruido era atronador. El estadio vibraba al ritmo de unos almendralejenses que parecían ahogados por su propio fútbol y el atrevimiento de un Chinato que desapareció por unos momentos del campo para acabar regresando minutos después. La eliminatoria volvía a ponerse de cara a los locales con un Carlos Espinar estelar que cogió la batuta para llevar el ritmo de su equipo.
Respeto entre rivales y mucho en juego
La segunda parte comenzó tal y como había empezdo el primer tiempo. El Chinato regresó del descanso con la mente puesta en empatar la eliminatoria. El peligro de los visitantes pasaba casi siempre por las botas de un Diego Rodríguez que estaba mostrando su mejor versión. Además, las imprecisiones en la salida de balón de los de Almendralejo permitían las transiciones rápidas que tan bien genera el equipo de Ulyses.
Los papeles se habían invertido. El aguante que demostró el Chinato en el partido parecía haberse traspasado hacia unos locales que resistían el chaparrón con buenas intervenciones defensivas y alguna que otra salvada de su portero, Moisés Ortega. El balón se disputaba en el centro del campo y comenzaron a verse algunas entradas duras que se resolvieron pacíficamente entre los jugadores. El cansancio apremiaba, pero la casta de ambos equipos no les permitía bajar los brazos.
El partido se fue emponzoñando con el paso de los minutos con un juego cada vez más físico y menos preciso. Había respeto entre ambos rivales y todo parecía preparado para que uno de los dos equipos diera el golpe de gracia que inclinara la balanza hacia uno de los dos lados, pero eso nunca ocurrió. Las imprecisiones cada vez eran más habituales y en el minuto 60 llegó el penalti de Viery sobre Carlos Espinar. Todo el Francisco de la Hera en silencio, Mario en la portería y Marco González en frente del balón. Un, dos, tres pasos atrás y golpeo seco al medio para despertar a una afición local que apareció como un torrente de agua tras una lluvia torrencial. El estadio vibraba de emoción, y los cánticos se entremezclaban en un ambiente que disfrutaron locales y visitantes.
Pundonor a raudales y un final de infarto
El CD Extremadura estaba mejor físicamente y quería controlar el partido ante un Chinato que no se daba por vencido en ningún momento. Cánticos de "sí se puede" comenzaron a escucharse de parte de la afición chinata, mientras que la grada local parecía tener esa calma tensa de las grandes citas. La presión estaba del lado de los de Almendralejo y sabían que un gol del Chinato podía ponerles el partido complicado.
Aún así, los de Cidoncha pudieron sentenciar con un par de contraataques que no supieron definir en los metros finales. Todo se ponía de cara de los locales, pero el Chinato no tenía ningún tipo de presión y decidió apostarlo todo para conseguir el empate. El partido estaba completamente roto. Las piernas pesaban cada vez más y el intercambio de golpes en las dos áreas era cada vez más habitual sin conseguir asestar la estacada definitiva. Fue entonces cuando Diego Rodríguez, que parecía tocado por la varita de la fortuna y el buen hacer, sacó un córner al punto de penalti que acabó en las redes tras rebotar en Pablo Cidoncha. El partido se ponía 2-2 en el minuto 84 y el 'run run' planeaba en la grada del Francisco de la Hera.
Daba la sensación de que el Chinato podía empatar la eliminatoria en cualquier momento. La creencia era real y la afición visitante estaba poseída por la lujuria que solo otorga esa fe ciega en conseguir los imposibles. Ya no era cuestión de fútbol. Ya no era cuestión de físico. Tampoco de técnica. El pundonor era lo único que mantenía a ambos equipos luchando sobre el campo. Cinco minutos descontó el árbitro y el estruendo llegaba desde la grada del Chinato que confiaba al 100% en empatar la eliminatoria. Fue un momento épico, pero poco más que imprecisiones pudo verse en el tiempo añadido.
El regreso de un histórico
El pitido del árbitro acabó de una vez por todas con la calma tensa del Francisco de la Hera y la alegría inundó cada rincón del estadio de Almendralejo. La emoción se plasmaba en forma de lágrimas en grada, palco y terreno de juego y la sensación de júbilo no se hizo esperar. Los abrazos entre jugadores y el manteo al técnico local fue acompañado por los cánticos de la afición. En el lado contrario, ojos llorosos entre los jugadores chinatos mientras recibían la ovación de todo el estadio. Es imposible no irte satisfecho a casa cuando un estadio de primera se levanta a aplaudirte. Honor para un equipo al que nunca le temblaron las piernas.
El respeto entre ambas aficiones fue ejemplar y los de Malpartida se quedaron hasta el final sobre el césped dando las gracias a los que se habían desplazado hasta allí. "Extremadura somos todos" se cantaba en la grada visitante entre la crítica general y el ánimo a un CD Extremadura al que todo el Francisco de la Hera deseó lo mejor en su nuevo resurgir. Lo habían conseguido de nuevo. Tras desaparecer. Tras refundarse.Tras cambiar el escudo. La sensación era la misma y, como la cigüeña, el CD Extremadura echó el vuelo de vuelta para regresar al lugar que se merece.
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