Mientras el golf femenino celebraba su primer torneo, con corte, en Corea con jugadoras de aquel país, el regreso del sector masculino se produjo en un Skins Game en Seminola (Florida) con la presencia del número 1 mundial Rory McIlory, que formaba equipo con Dustin Johnson ante Rickie Fowler y Matthew Wolff.
Fue un retorno envuelto en grandes medidas sanitarias, sin caddies, respetando la distancia de seguridad y con dos test a los jugadores en las horas previas a salir a jugar. La causa era la lucha contra el coronavirus y la recaudación final, superior a cinco millones de dólares, fue lo importante. Apenas un equipo de 50 personas entre cámaras, dos periodistas y operarios les acompañó a los cuatro golfistas.
Dos meses y cinco días después del último torneo, el óxido de los jugadores no fue tanto. Sin ofrecer su mejor versión, McIlroy mostró las hechuras de dominador del golf mundial. Entre él y Dustin se anotaron 11 de los premios, mientras siete fueron a parar al otro dúo rival, sobre todo por la inspiración de Fowler.
Donald Trump, Bill Murray y Jon Rahm, el evento era de Taylor Made, la firma de palos que tambien surte al golfista vasco, fueron entrevistados durante la retransmisión de un evento que dibuja el regreso del golf a la competición para el 11 de junio en Texas, en el Colonial.
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