18 hoyos el domingo. 9 el lunes. La secuencia invita a pensar que a Tiger Woods le toca descansar en las próximas horas antes de afrontar en Harding Park (San Francisco) el jueves el inicio del PGA Championship, sin público por el coronavirus, pero no sin atención porque la carrera por el número 1, con cinco aspirantes (entre ellos Jon Rahm), es fabulosa. El reto para el más grande es poder llegar al número 4 del mundo, pero Tiger, que ya lo disfrutó todo, quizá solo se mida contra la historia.
En lo que será su quinto torneo de la tempoada, Woods aspira a su quinto PGA para igualar a Nicklaus y Hagen, y también peleará por su título 84, para dejar atrás a Sam Snead en el PGA Tour. Tiene los retrovisores más grandes de la historia del deporte.
Para un hombre de 44 años sin más ambiciones que ensanchar el Olimpo, aquejado de problemas en la espalda que en los últimos años solo le han permitido brillantes florecimientos, como en el Master de 2019, el Harding Park, donde se ha venido entrenando en los últimos días, es una ayuda extraordinaria. Tiger lo llama "el campo de tréboles" y cuando alguien como él se emplea con tanta delicadeza y cariño, prepárense a soñar. No le descarten para ninguna pelea.
Harding Park es un campo de tréboles para mí"
Woods, que jugó por primera vez allí con 12 años, antes de la remodelación, lo conoce al dedillo. Tanto, que es uno de sus campos favoritos no solo para jugar con Michael Jordan, como hizo en 2005. Sabe ganar allí. Lo hizo dos veces, en 2005, en el World Championships, y en 2009, en la Copa Presidentes jugando con Steve Ticker. "Esto es como jugar en casa para mí".
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