- Crónica. Wolff destroza el sueño
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"Es una putada" suena en el vestuario del majestuso Stade Pierre-Mauroy de Lille. Allí, a poco de Bélgica y con aficionados venidos de todas partes, España cayó con su maldición presente. Otra vez sin final olímpica en balonmano. No llegó con el apogeo del deporte y esa generación que subió al cielo con el Mundial ganado en casa. Ni tampoco con un equipo en crecimiento, que utilizó el mal Europeo para rehacerse. Atlanta 1996, Sidney 2000, Pekín 2008 y Tokio 2020 (21) tienen acompañante en París 2024, donde Alemania consiguió gestionar mejor el final (25-24).
La tristeza es palpable. Porque, de verdad, creían. La fase de grupos fue durísima, Egipto más todavía y Alemania fue un rival "batible" tras apartar del camino (Dika Mem y su fallo histórico mediante) a Francia. "Esta vez era la vez. Dinamarca sabemos que de 10 veces nos gana ocho. Pero era el momento", dice Gonzalo Pérez de Vargas, entre voz del vestuario, referente del equipo y baluarte. Su homónimo en el bando alemán, el gigante Andy Wolff, se alzó ganador. Brutal, hasta un 49% en paradas con 22/45. "Sí, es bueno. Pero cuando metes pocos goles y lanzas poco localizado, el portero rival se crece. Y tiene cada vez más confianza. Lo digo desde la experiencia", reconoce el meta nacional.
Lo perdimos nosotros
Porque esa es otra parte. España sale 'fastidiada' por tenerlo en la mano. "Lo perdimos nosotros. Cuando fallas tanto al tener ventaja es lo que pasa. Conseguimos situaciones muy claras, pero es normal que pierdas si fallas", explica Álex Dujshebaev, otro 'jefe' de España. "Es duro porque pierdes teniendo opciones. Si te pasan por encima es otra cosa", cuenta, en la misma línea, Jorge Maqueda.
Existió una crisis clara. Los fallos de Aleix Gómez, Javi Rodríguez -en dos ocasiones-, Álex Dujshebaev y tras el intento a la desesperada de Agustín Casado casi sin tiempo provocaron el desenlace fatal. "La hemos cagado nosotros", repite Dujshebaev. Es su mensaje camino del vestuario de Lille. Ahí murió España, pero tiene, desde ya, la labor de levantarse.
"Ahora es difícil. Pero el bronce es un premio lo suficientemente grande e importante para volver con más fuerza", cierra Pérez de Vargas. España lo tuvo ahí. Toca volver a empezar y soñar tras una maldición que acompaña a un equipo irable en el esfuerzo y el trabajo para lograr los objetivos.