Es una heroína nacional. Es una referencia. Imane Khelif pasó del anonimato a la más alta condecoración deportiva con solo un golpe. O varios, vaya. La argelina se proclamó campeona olímpica del peso wélter en el boxeo de los Juegos Olímpicos de París 2024. Arrasando, sin dejar dudas. Para la historia olímpica, signifique lo que signifique.
Khelif causó sensación. Más allá del ruido mediático, de las colas de periodistas y aficionados que la persiguen en las entrañas de una meca deportiva, Roland Garros. Llegó a París tras ser excluida del Mundial y arrasó en el wélter, un peso de golpeo, un peso en el que los grandes lo son mucho.
Hay mucho detrás de ese oro. El orgullo de una nación, Argelia, que saluda a su jefe de estado en las celebraciones. La reivindicación constante de colectivos que hasta entonces no habían tenido protagonismo en el espacio olímpico. Junto a la taiwanesa Yu-ting salta a la historia tras vencer a todas su rivales. A ser la número uno.
Khelif pasó como un tornado por París. Arrasando con todo. A Carini, la italiana, le cambió la vida. Decidió no pelear, fue premiada como una medallista de oro. Pero dio la vuelta al mundo. "Jamás me habían pegado tan fuerte", decían otras. Pero la respuesta era siempre la misma. Ganadora. Siempre por 5-0, la puerta abierta a todo en el torneo olímpico. Incluyendo la final ante la china Yang a la que pasó por encima con su envergadura y potencia.
¿El futuro? Por descubrir, analizar y desvelar. Lo único real es una medalla de oro y la vuelta al mundo en el boxeo. Imane Khelif estará ligada por siempre a los Juegos de París.