- Crónica. Evenepoel vuela en París
El calificativo leyenda es hasta injusto con la mayor parte de deportistas. No hay un medidor, pertenece al terreno de las comparaciones y sensaciones. Pero con Remco Evenepoel (Aalst, 2000) el palmarés abruma. Bajo el diluvio parisino y un circuito lleno de trampas, propias del centro de una de las principales ciudades del mundo, el Pitbull dibujó una crono perfecta, dejando sin efecto la remontada de Ganna y la fuerza de su compañero Wout Van Aert.
Evenepoel sigue siendo insultantemente joven para lo que es la tradición del ciclismo. Surgió en una historia repetida hasta la saciedad tras ser un buen jugador de fútbol en las categorías inferiores del Anderlecht y de la selección belga. Desde que se subió a una bicicleta recibió calificativos, y jamás ha decepcionado. Desde un título mundial júnior en el que se le conoció como el "Messi del ciclismo" hasta su paso al campo profesional.
Remco es doble campeón del mundo, en ruta y crono. Campeón olímpico. Campeón de LaVuelta. Y tiene dos monumentos en Lieja. Esas son solo sus victorias más notables, pero llega hasta las ¡57! "Fue grandioso, inolvidable", dijo Eddy Merckx, la voz más autorizada del ciclismo, a la televisión pública belga cuando Evenepoel cruzó la meta de los Inválidos para sumar el oro a su colección.
Fue grandioso, inolvidable
¿El límite?
Con el palmarés en la mano y la actitud, existe la duda del límite alcanzable por Evenepoel. Viene del Tour de Francia y en su primera presencia en la 'Grande Boucle' subió al podio. Lejos de Tadej Pogacar y capaz de inquietar a Jonas Vingegaard en la última semana. Pero cumplió, no se rompió y aunque terminó fundido mostró sus credenciales. Enterró una duda, otro elemento clave en sus primeros años de carrera profesional.
Se le da bien. Lo hizo cuando pasó de junior a profesional rompiendo un contrato con el prestigioso Axeon Sub 23. También tras casi dejarse todo en un brutal accidente en Lombardía. Y sumó una Vuelta además del podio del Tour cuando no le veían en carreras de tres semanas. No es, menos con Pogacar en liza, el mejor del mundo. Pero sí un corredor al que el oro en París le sube otro escalón. Gigante a los 24.