El golf, que no tiene un pasado histórico en el olimpismo -aunque sí prehistórico-, tiene algo que hace el torneo olímpico algo especial. Es la única semana al año donde no luchan por cheques millonarios. Ya no hay semana en la que algún jugador del planeta no esté luchando en algún torneo por un premio como mínimo de 1,5 millones de dólares cuando no son de cuatro, como el que le cayó a Jon Rahm la semana pasada en Inglaterra.
Y, sin embargo, si le dieran a elegir entre el torneo que ganó en el LIV Golf y la exclusiva medalla de oro que hasta ahora sólo tienen Justin Rose (2016) y Xander Schauffele (2020) -uno de los líderes tras dos vueltas- lo firmaría. "No hay un legado mejor en el deporte que dejarle a tu país una medalla de oro", contó el otro día.
Jon se posicionó bien para el fin de semana. A pesar de un momento de dudas con el putter, que le hizo cometer un par de errores, aunque sólo le penalizaron los tres putts del hoyo 8 -bogey como el jueves-, el de Barrika volvió a sacarle partido al Golf National. Esta vez firmó 66 golpes, para saltar al cuarto puesto gracias a seis birdies en dos momentos de inspiración, tres al principio y tres al final.
Rahm se quedó a dos golpes de Schauffele (66), que jugó con él, el japonés Hideki Matsuyama (68), con un doble bogey final, y Tommy Fleetwood (64). Si el Golf National le trae enormes recuerdos al español por la Ryder de 2018, al inglés del bigote a lo Johnny Deep aún le transmite más sensaciones. De pareja con sco Molinari consiguió cuatro puntos y se convirtieron en los héroes de esa edición.
El otro español, David Puig, tras cuatro birdies y dos bogeys, repitió 69 del primer día y es vigésimo.