León Marchand es el hombre de estos Juegos. O al menos, el héroe de un equipo francés que se va a salir en esta edición. El nadador de Tolouse llevó a La Defense Arena al extásis, a corear una Marsellesa a capela en una de las noches más memorables de la natación en el olimpismo. Ganó dos oros individuales en la misma noche, en los 200 mariposa y los 200 braza, como no había hecho nadie en los últimos 48 años. Ni Michael Phelps. La anterior fue en 1976 (Kornelia Ender) y ya habría que remontarse a 1900, cuando se nadaban pruebas con obstáculos y cosas así. Como guinda desbancó a los dos campeones salientes.
El primero en los 200 mariposa era un mano a mano con el húngaro Kristof Milak, que domina el ránking mundial. Para un nadador completísimo, medirse al gran especialista era un desafío colosal. El magiar era un nadador hambriento. Se había saltado los Mundiales de Fukuoka y Doha porque necesitaba tomarse un descanso.
El campeón olímpico de Tokio abrió fuego desde que se tiró al agua. El nado subacuático de Marchand es excelente. Con un umbral de apnea extraordinario apura al máximo los 15 metros permitidos en cada largo. Cuando emergió a la superficie en el primer largo, sin embargo, Milak ya estaba lanzado. Le sacaba un tercio de cuerpo. Pasó en 24.32 y llegó al último volteo con 72 centésimas sobre el submarino francés, que cuando emergió ya estaba a la par. Se inició una lucha como la de Cavic y Phelps en Pekín. Y la nueva joya de Bob Bowman no necesitó de foto finish porque terminó reventando al húngaro. Dejó el récord olímpico en 1:51.21.
Dos horas después se lanzó en 200 braza. Ahí fue una exhibición. Salió como si fuera un 50 y el público entró en trance. Cada movimiento ascendente en la braza era sucedido de un 'eh!, ¡eh! Como si estuviese bebiéndose la piscina de un trago. Acabó en 2:05.85 después de haber flirteado con el récord del mundo durante 150 metros (iba 24 centésimas por debajo). Era su noche y las victorias de Sjoestrem (52.16) en 100 libre y Katie Ledecky en 1.500 (15:30.02), récord olímpico, sacándole media piscina a la segunda, sonó a teloneras. Hasta que llegó el sideral récord del mundo del chino Zhanle Pan (46.40) que dejó boquiabierto a medio mundo.