España tenía a tiro dos medallas olímpicas y ambas se escaparon en el Campo de tiro de Chateauroux, al sur de la región Central-Valle del Loira, a 270 kilómetros de París. Fátima Gávez y Mar Molné habían despertado toda la ilusión de un país tras su actuación estelar en las tres primeras series disputadas el día anterior con un pleno de la catalana (75 platos) y casi otro de la cordobesa (74). Al final, Molné rozó la medalla en sus primeros Juegos con su cuarto puesto y Gálvez fue quinta.
Las dos partían hoy como primera y segunda, respectivamente, para disputar las dos series que quedaban. Al acabar, las seis primeras entraban en la final. La primera en confirmar su presencia en ella fue Molné y lo hizo de manera brillante. La de Morell, una localidad tarraconense de poco más de 3.000 habitantes, sólo falló un plato en cada una de las dos series que quedaban y se plantó en la final como la tiradora con mayor acierto (123). Mostró tener unos nervios de acero en su primer competición olímpica pese a su juventud.
Gálvez, la primera española en ganar la plaza individual para los Juegos de París, hizo pleno en la primera serie del día pero se dejó dos platos en la última tanda. Entró en la final como quinta, con 122 aciertos, empatada con la china Cuicui Wu, la guatemalteca Adriana Ruano y la italiana Silvana María Stanco.
Del tamaño de una aspirina
Llegó la hora de la verdad. La hora de disparar no a un plato, sino a una medalla olímpica. Ambas han trabajado con psicólogos deportivos para que, en ese momento, la concentración fuese del 100% y nada consiguiese distraerlas de su objetivo. Fátima, antes de salir al campo, escuchó música, como siempre. No tiene una canción en particular pre competición, pero sí necesita oír alguna cuya melodía vaya tarareando mentalmente mientras se dirige hacia la posición de tiro. Le ayuda a evadirse.
Porque en el tiro la puntería obviamente es clave, pero también los reflejos, la vista y, sobre todo, la fortaleza mental que ayude a la concentración. Los platos salen a una velocidad en torno a los 120 km/h y cuando llega a su campo de visión se ven del tamaño de una aspirina.
Molné, que lleva disparando desde los 14 años cuando su padre la llevó de caza por primera vez, antes había practicado natación, baloncesto y fútbol pero ningún deporte le atrapó tanto como el tiro. La joven ira a Mireia Belmonte por "tener siempre los objetivos y las ideas claras". Ella ha demostrado que le sigue a la zaga cuando se propone algo.
La hora de la verdad
La final comenzó con una serie de 25 disparos. La peor queda eliminada. Fue la china Cuicui Wu, aunque anduvo cerca de serlo Gálvez, que falló cuatro de los cinco primeros tiros y fue a rebufo el resto de la ronda. La española llegó empatada con la asiática al último disparo, ambas estaban con 17/24. A la andaluza no le tembló el pulso y lo rompió. No así la china.
En la siguiente ronda se dispone sólo de cinco disparos y se arrastra la puntuación anterior. Esta vez sí, Gálvez fue la eliminada. Rompió los cinco pero sus errores de la primera serie le pasaron factura y se despidió con 23 aciertos de 30.
Las gafas que cambiaron todo
"Si no hubiese hecho ese inicio hubiese cambiado todo. Si no llego a tener esos cuatro primeros errores la cosa hubiese cambiado muchísimo. Tuve que intentar dar solución al problema de la vista rápido. Cuando hemos competido estos dos días había muchísima luz y en la última batería previa a la final, la luz cambió por completo. Y no percibía bastante bien la salida del foso, entonces cometí dos errores y tomé la decisión de cambiar a un cristal más claro para ver mejor la salida del foso. Y con la mala sombra de que cuando hemos disparado cambió la luz a mucho sol de nuevo. El plato brillaba mucho y me he quedado a las puertas de hacer un mejor resultado", explicó la andaluza, número 1 del ranking mundial de foso.
La cordobesa, que se define como "una luchadora en un mundo de hombres" y que empezó en el tiro con 8 años junto a su padre en una cacería, seguramente se había encomendado a su Cristo de la Cofradía Nuestro Padre Jesús Nazareno de Baena, del que es hermana, antes de la final. Lleva un trozo de su túnica como amuleto, una estampita, dos cruces de Caravaca. Pero como suele decirle su madre: "Cuando te toca, ni aunque te quites y cuando no te toca, ni que te pongas". Y hoy no tocaba.
Ya sólo quedaban cuatro para tres medallas, entre ellas Molné, que tuvo un acierto de 21/25 en la primera serie, pero en la siguiente fue la que más fallos cometió, tres. La puntería de Ruano, Stanco y Smith se impuso, las tres hicieron pleno y ya no pudo remontar. Se despidió con 27 platos rotos de 35 platos y un diploma por su cuarto puesto que es un triunfo para la debutante.
Me dicen que voy a hacer un 123 con récord personal y un cuarto puesto en mis primeros Juegos y lo firmo de calle
"Yo estoy encantada de la vida. A mí me dicen que voy a hacer un 123 con récord personal y un cuarto puesto en mis primeros Juegos y lo firmo de calle. Estoy viviendo ahora en Granada, entrenando en el CEAR de Las Gavias y, como dicen los andaluces, no me molesta pero me da coraje", reconoció Molné ante los micrófonos de Radio MARCA.
También estaba contenta Fátima Gálvez con su quinto puesto: "Estoy feliz de haber terminado el sufrimiento de la final olímpica, de la clasificación, de la competición, de estar metida en una rutina permanente. Contenta por el quinto puesto y orgullosa del trabajo realizado. Me hubiese gustado ganar una medalla. Y muy orgullosa de mi compañera por el papelón que ha hecho", dijo la andaluza.
"En los Juegos Olímpicos te reconocen más porque es una competición mediática pero sé que cuando nos vayamos a casa no se va a acordar nadie de nosotras", añadió.
Ruano hace historia para Guatemala
La guatemalteca Adriana Ruano se colgó el oro olímpico en foso, un triunfo histórico para su país, que jamás había subido a lo más alto del podio en Juegos en tiro.
Fue un triunfo aplastante, con récord olímpico de 45 aciertos, cinco más que la siguiente clasificada, la italiana Silvana Maria Stanco. El bronce fue para la australiana Penny Smith, con 32.