Lewis Hamilton y Ferrari, una relación que puede estallar

Una de las imágenes del espectacular Gran Premio de Mónaco fue la del Ferrari SF-25 de Lewis Hamilton roto y aparcado en la lujosa Place du Casino. En el lugar donde los millonarios dejan o vuelven a subirse a sus supercoches, el heptacampeón representó el malestar con el bólido rojo. Los resultados siguen sin ser una maravilla, Charles Leclerc le bate y estamparse con un muro en el tercer libre no era el mejor síntoma. Lo arregló en carrera -5º-, pero la cosa no pinta muy halagüeña.

Leclerc, que peleó por ganar, le endosó un minuto en meta, Hamilton acertó con la estrategia pero no pudo inquietar a Verstappen y se quedó en tierra de nadie. De nuevo. Y para colmo, su último mensaje por radio desató las dudas. En pleno túnel, el '44' abrió comunicación con Riccardo Adami, su ingeniero. El italiano no contestó. Y el siete veces campeón lanzó unas palabras que no suelen verse en la F1. "¿Estáis enfadados conmigo?", dijo.

¿Estáis enfadados conmigo?

Lewis Hamilton

Ferrari no tardó en matizar lo ocurrido. "No es un motivo de tensión. Hablé con Hamilton y no estaba disgustado", explicó Fred Vasseur, su jefe de equipo. Pero es significativo que vuelva a producirse poco después de la crisis de Miami, donde las órdenes de equipo no gustaron a ninguno de sus dos pilotos estrella.

El balance: 5-1 y 7-1

En el balance, la temporada sigue sin sonreír a Hamilton. Cae con Leclerc 5-1 en carreras, aunque brilló en los dos sprints (victoria en China y podio en Miami) con condiciones poco habituales. La cosa no mejora en clasificación, donde el monegasco endosa un 7-1 al británico. Hamilton sigue en un periodo de adaptación, especialmente en pilotaje, pero no puede ser eterno en un equipo que siempre aspira al máximo.

Es un lugar decente, pero me sentía en el medio de la nada

Lewis Hamilton

"En Mónaco no podía aspirar más viniendo de donde venía con tres posiciones de sanción. Es un lugar decente, pero me sentía en el medio de la nada", explicó. "No competí con nadie, solo pudimos quitarnos a dos coches de delante y no había más que hacer", cerró. Pero su diferencia en contra no dejaba de caer. Y el coche aparcado en la plaza más lujosa de Mónaco del día anterior tampoco ayudó.

Más cuando Charles Leclerc sí que es capaz de llevar al SF-25 a otro escalón. Es cierto que Mónaco es un circuito de confianza y diferencias milimétricas con cada esquina letal, pero es una constante. También es cierto que nadie conoce tan bien como el monegasco como conducir un Ferrari, lleno de filias y fobias. Pero un fichaje estrella es un fichaje estrella y más si es un siete veces campeón del mundo.