- Carolina Marín "La lesión está olvidada y aquí empieza el camino a París 2024"
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"¡Vamos Carolina!". Hoy, más que nunca, no era sólo un grito de ánimo desde la grada, era el sentir de todo el Polideportivo Municipal madrileño de Gallur. En realidad, era el sentir de toda España. Entre el público se distinguía fácilmente a su familia ataviada con camisetas rojas y las letras amarillas con ese mensaje. Una prima de Toñi, su madre, se encargó de preparar la sorpresa. Otro familiar, de ir a por bocinas para animarla pocas horas antes del debut. Nervios, muchos nervios en la grada. "Me he tomado hasta un lexatin", confesaba su madre. "Estoy más nerviosa que ella".
En cuanto Carolina salió a la pista, la ovación del público fue descomunal. Todos coreando su nombre. Y ella seria, concentrada. Trescientos treinta y tres días después de su grave lesión en la rodilla izquierda -rotura del ligamento cruzado anterior y del menisco externo e interno-, Carolina Marín ha regresado a la competición. Cada punto se celebraba en la grada como una victoria. Aplausos una y otra vez.
Se esperaba ese apoyo, por eso Fernando Rivas, su entrenador habló sobre el público con ella antes de salir a competir. "Le hemos dicho que no hiciese de esa expectativa un problema sino que disfrutase del momento como si saliera a un tablao flamenco cuando era pequeña", confesaba.
Victoria exprés
Ha vuelto de la misma manera que se despidió de ella hace ya casi un año también en un Europeo: con victoria. Entonces fue en la ciudad ucraniana de Kiev y nadie podía imaginar que un año después estaría en guerra. Tampoco podía imaginar la campeona olímpica que aquel quinto oro europeo consecutivo iba a ser su último partido del año. El triunfo de hoy inicia el camino de vuelta de Carolina a las pistas y quién sabe si hacia su sexta corona continental consecutiva. "Hemos venido a por todas. A disfrutar del torneo y de la gente, pero también para ganar. La lesión está olvidada y aquí empieza el camino a París 2024", dijo con una sonrisa poco después ante los medios.
La onubense venció a la checa Katerina Tomalova (21-10 y 21-6), número 124 del mundo, en un pabellón entregado por completo a la campeona olímpica. Poco duró la igualdad en el marcador, hasta el 8-8. Se sentía un poco incómoda en el control del volante. Pero una vez que Carolina se sacudió los nervios iniciales, metió el acelerador. "Estaba un poquito nerviosa al principio, pero era de esperar. Luego, estaba como si la semana pasada hubiésemos competido. La rodilla está bien y nunca será una excusa", confesaba el técnico. Nueve puntos consecutivos abrieron brecha ante el éxtasis de la grada llena de familias enteras que no paraban de animar. En cuanto la pentacampeona europea empezó a sentirse cómoda, Tomalova no pudo parar al vendaval español (21-10).
En el segundo, Carolina siguió a lo suyo. Imparable, en una versión que recordaba a la de antes de la lesión. El set fue un monólogo de la onubense que cerró la manda 21-6. En realidad, nunca hubo partido. No era una victoria más. Carolina saludó a la grada que en pie despidió a la campeona olímpica. En octavos le espera este miércoles, a las 16:30, la ucraniana María Ulitina.
Once meses esperando este momento
Atrás quedaban las lágrimas de impotencia. "Lloraba y lloraba. Al principio, mentalmente estaba destrozada, caí muy bajo", confesaba hace unos días en una entrevista a MARCA. El 28 de mayo de 2021, a menos de dos meses de los Juegos de Tokio, su rodilla izquierda hizo crack y con ella su sueño olímpico de revalidar el oro. Pero también hizo crack algo dentro de ella. No quiso llorar delante de su madre, que esos días estaba en Madrid, ni su madre delante de ella. "Es que fue muy injusto", recuerda.
De repente, de nuevo el quirófano, la rehabilitación, la cuenta atrás para volver... Todo estaba demasiado reciente. En enero de 2019 se había roto la derecha y la recuperación fue exprés para llegar a los Juegos que, a la postre, se pospusieron. "¿Por qué a mí?", se preguntaba. "¿Por qué otra vez a mí?". Pero Carolina es una "superdotada reconduciendo situaciones", como reconoce Fernando Rivas, su técnico. Y en pocos días ya estaba enfocada en París 2024, la razón para levantarse cada día de la cama y afrontar la rehabilitación. Ella misma lo ha confesado.
La rehabilitación esta vez ha tenido un enfoque diferente y "mucho de pila emocional", como confiesa María Martínez, su psicóloga. "Fue justo antes de Tokio y había que reparar la huella que había dejado", añade. Por eso, por primera vez en años, en agosto no tocó la raqueta y pudo disfrutar los fines de semana de planes con familiares y amigos. En esta lesión, era tan importante curar la rodilla como el alma.
Y arropada por su gente, su familia, sus amigos y su público ha regresado. El destino ha querido que sea en su segunda casa, en Madrid, desde donde lleva ya más años viviendo que en su Huelva natal. En el Polideportivo Municipal de Gallur ha vuelto a sentirse jugadora de bádminton. "Volveré diferente, siendo una jugadora con más determinación y más madura", advirtió días antes. Y lo cumplió.
Peñalver y Corrales pasan a octavos
Kike Peñalver y Beatriz Corrales se han clasificado para los octavos de final del Europeo de Madrid. El toledano se ha impuesto al checo Jan Louda por 21-17, 18-21 y 21-10 y la madrileña a la serbia Sudimac (21-9 y 21-8). Por su parte, Pablo Abián cayó en dieciseisavos ante el inglésToby Penty por 16-21, 21-11, 18-21. Alberto Zapico y Lorena Uslé perdieron frente a los alemanes Jansen y Efler (10-21, 14-21). Clara Azurmendi y Beatriz Corrales perdieron en el dobles frente a la dupla sa en tres sets.
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