Alejandro Ruiz, número 18 del ranking del World Padel Tour, sabe que es diabético desde que tenía 10 años. Eso no le ha impedido ser deportista de élite y luchar cada día por cumplir sus sueños. "Lo he hecho parte de mi vida gracias al trabajo y al apoyo de mi familia", resume. "Es una enfermedad algo puñetera porque no todos los diabéticos somos iguales y no todos los cuerpos reaccionan igual respecto a la insulina. Incluso los nuestros varían dependiendo de la época del año y la actividad física que realices", comenta.
Él sabe bien de lo que habla porque ha experimentado varias situaciones angustiosas en las que ha visto su vida en peligro."La vez que peor lo he pasado tendría 14 años y estaba jugando un Campeonato de España de menores. Después de ganar las semifinales, mi compañero y yo nos fuimos a dormir. Me medí la glucemia, como era habitual, y marcó 142 algo alto, pues la medida perfecta está entre 80 y 130]", relata. "Cuando amaneció mi compañero intentó despertarme pero no lo consiguió. Pensó que me estaba haciendo le remolón y bajó a desayunar. Se encontró con mi padre y le dijo que aún estaba durmiendo. Mi padre subió cabreado, abrió la puerta y me echó una regañina de las que hacen época, pero al ver que ni me inmutaba fue a despertarme y como seguía sin reaccionar avisaron a la ambulancia. Tenía una hipoglucemia severa (bajón de azúcar) y necesité incluso que me reanimaran", añade. Afortunadamente son episodios aislados que uno acaba por relativizar.
El paso del tiempo hace que cada diabético conozca sus necesidades mejor que nadie y el avance tecnológico les ha facilitado la vida bastante. Alex tiene un sensor implantado en el brazo que cada cinco minutos manda un diagnóstico al móvil indicando la glucemia que tiene y prediciendo si puede sufrir hipo/hiperglucemia en un corto periodo de tiempo. "Durante los partidos miro el móvil cada vez que voy a la silla para comprobar que todo está bien (en una acción prohibida pero que él puede efectuar por prescripción médica). Ser deportista de elite siendo diabético no es peligroso siempre que seas responsable", destaca.
La cuarentena por la pandemia de coronavirus (COVID-19) y el confinamiento obligatorio en casa ha activado la alarma en Alex, que ha visto como sus valores habituales se han desestabilizado y ha tenido que cambiar su medicación y alimentación. "Mi cuerpo está acostumbrado a una carga física potente que se ha parado bruscamente. La insulina hace menos efecto y el cuerpo produce menos energía. He tenido que ajustar mucho las inyecciones de insulina para encontrar un equilibrio y tener cuidado con lo que como evitando al máximo el azúcar", explica a quien ya en el colegio le apodaban 'El médico'. "Estamos tan familiarizados con todos estos términos que nos convertimos en pequeños endocrinos", dice.
Alex pasa la cuarentena en su casa de Málaga junto a su hermana y sus padres. Dedica la mañana a estudiar (MBA) y a leer (disfruta ahora de 'El club Dumas' de Arturo Pérez-Reverte) y por la tarde ejecuta el plan físico que le ha preparado su técnico. "Tengo la suerte de tener en casa unas gomas, el TRX y una bicicleta estática e intento no perder el físico que hice durante la pretemporada aunque soy consciente de que cuanto más tiempo se alargue el estado de alarma peor nos vamos a quedar", asegura. "Hacer ejercicio también me sirve para activar mi metabolismo y no caer en la tentación del sedentarismo y la pereza", subraya. La noche está reservada para la familia y las series y películas amenizan la espera.
El malacitano, de 25 años e imagen de Adidas, forma pareja en el circuito con Martín Sánchez Piñeiro. "Teníamos muchas ilusiones puestas en esta temporada porque habíamos trabajado muy duro a nivel físico, deportivo y mental. Empezamos como décima mejor pareja y nuestro objetivo es clasificarnos para el Masters Final y poder ganar algún título. Somos conscientes de que el WPT está haciendo todo lo posible por reestructurar el circuito pero hay que adaptarse a cualquier situación. Ojalá llegue pronto la normalidad, que el trabajo siga fluyendo y los estadios se sigan llenando para ver pádel", finiquita.
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