La semana del 9 al 15 de octubre de 2023 será recordada para siempre en el pádel. El New York Grand Master de A1 Padel ha tirado al suelo un muro que hasta hace poco se vislumbraba altísimo pero que ahora abre todo un horizonte infinito de posibilidades para uno de los deportes más en alza de todo el planeta. Eso sí, Estados Unidos, y en concreto la Gran Manzana, son otra historia.
El torneo realizado por el circuito presidido por Fabrice Pastor ha logrado una foto eterna para el deporte de la pala, pero ahora falta completar el álbum con otras muchas más. Ese "sueño" del monegasco en la ciudad más conocida del planeta ya se ha hecho realidad, pero la pregunta que todos se hacen en esta industria tras estos siete días de competición es: "Y ahora, ¿qué?".
Porque Estados Unidos no es Europa. Ni Sudamérica. Ni Oriente Medio. Ni nada que se les parezca. Es entramado complejo en el que A1 Padel ha encontrado a un aliado top como son los New York Yankees, la segunda franquicia deportiva más valorada del mundo (más de 7.000 millones de dólares). El primer paso ha sido asentarse en el icónico Wollman Rink, en el corazón de Central Park, donde las pistas de pickleball y la plataforma de patinaje sobre hielo se reparten el espacio durante el año.
Con un capacidad para más de 2.000 personas, la sensación generalizada es que el gran debe ha sido la afluencia de público. El domingo, con las semifinales y la final, la historia cambió y más de un centenar de asistentes disfrutaron de los tres encuentros. "Siempre hay una primera vez", decía Fabrice Pastor a este diario hace varias semanas al ser preguntado sobre las cuestiones del público en las gradas. Un mensaje claro, realista, pero sobre el que se debe trabajar para evolucionar, como reconocen a este diario la gran parte de asistentes al evento.
El factor de los Yankees y la normalidad de Levine
Una 'pata' importante del proyecto y del futuro desarrollo del pádel en Nueva York y los Estados Unidos son, sin duda, los New York Yankees. Un gigante que trasciende más allá del deporte ("¿Quién no tiene una gorra suya?", decía Pastor durante la semana) y cuyo papel como catalizador se antoja clave.
La simbiosis Yankees-A1 Padel quedó reflejada durante todo el torneo. Y no sólo por ese logo del circuito de pádel estampado en la citada gorra, sino simplemente por la mera presencia de Randy Levine, su presidente. El abogado neoyorquino de 68 años paseaba con una normalidad pasmosa por el Wollman Rink para asombro de los trabajadores de A1 Padel y la prensa desplazados hasta tierras estadounidenses.
"Este tío es como Florentino Pérez, es dueño de la segunda franquicia deportiva más grande del mundo y está paseándose por aquí como si nada", llegó a escucharse varias veces entre los medios de comunicación sobre el también directivo del AC Milán. De hecho, atendió a la prensa en una rueda de prensa improvisada junto a Pastor en la que recalcó su apuesta por el pádel dejando clara la velocidad a seguir a partir de ahora: "Vamos paso a paso, pensamos en los próximos diez días, no en los próximos diez años. Los grandes proyectos, si van despacio, caminan recto".
Romper el hielo en la ciudad más famosa del planeta
"Es un sueño hecho realidad poder ser los primeros", explicaba a este diario Fabrice Pastor en la previa de la cita neoyorquina semanas atrás. Y ese, probablemente, pueda ser uno de los titulares de este New York Grand Master. Porque la sensación generalizada entre los trabajadores de este circuito con los que ha podido hablar MARCA, es esa, la de haber sido pioneros.
Sin apenas tiempo para saborear bien lo que suponía esta cita, la mayoría de de A1 Padel no salían de su asombro -"¿De verdad estamos aquí?"- cuando levantaban la vista y observaban la preciosa estampa del 20x10 rojo sobre Central Park y sus grandes edificios detrás. Para ellos, haber formado parte de algo así es algo que jamás olvidarán.
Sin embargo, y tras el enorme trabajo de toda la semana por parte de la organización para pelear contra los elementos, principalmente la lluvia y la humedad, el mensaje para las próximas fechas es claro: "Es la primera piedra. Quizás a Nueva York le ha llegado demasiado pronto un torneo así, pero alguien tenía que romper el hielo".
La complejidad del mercado
Ahora, tras haber dado el primer gran paso, queda la incógnita de lo que vendrá a partir de ahora. En un deporte que avanza a toda velocidad como el pádel se vislumbra complicado que el aficionado a este deporte pueda masticar con calma las palabras de Levine en las que apelaba a la calma para asentar este deporte en los Estados Unidos. "La oferta no debe superar a la demanda, no hay que caer en ese error", explicaba Santiago Gómez, dueño del primer club de pádel en Nueva York, a MARCA durante la semana.
El sentir de los medios de comunicación presentes en la cita norteamericana mezclaba la expectación por ver cómo será el proceso de asentamiento del pádel no sólo en Nueva York, sino en los otros 51 estados, con la sensación de que, pase lo que pase, lo que ha hecho A1 Padel será recordado siempre.
"Hay varias cosas aún por pulir, como el público. Ha sido un buen torneo en líneas generales pero hay ganas de ver cómo de la mano de los Yankees se puede instaurar un nuevo modelo de negocio en un país tan complejo", se comentaba en la zona de prensa.
Las paredes, las salidas de pista y el público
MARCA pudo tantear al público que se acercaba al Wollman Rink durante la semana del torneo. Con varias zonas de libre, la mayoría de asistentes se sorprendieron al ver el pádel por primera vez. Muchos lo confundían con el pickleball e incluso se preguntaban si era una exhibición de una derivada del tenis.
"Lo de las paredes no lo entiendo", fue la frase probablemente más repetida entre los que, asombrados, descubrían por primera vez un deporte que ya es el segundo con más licencias federativas en España. Eso sí, siempre con una sonrisa en la cara y comentando con sus allegados las jugadas más espectaculares como las salidas de pista y los remates que acababan con la pelota fuera del terreno de juego.
Todo esto no es más que un reflejo de lo que está por venir. Un duro trabajo por delante para asentar un deporte en una sociedad que, prácticamente en su totalidad, ni lo conoce, pero que tiene todos los ingredientes para hacer algo grande. Eso lo dirán los años, probablemente las décadas, pero lo que está claro es que el primer -gran- paso, ya se ha dado. Si se le añaden los ingredientes de la paciencia y la pasión (el primero, casi inexistente en el pádel, y el segundo, indispensable), hay motivos para sonreír.
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