Australia es uno de los países con menor incidencia de la pandemia de coronavirus (1.356 infectados y siete fallecidos, último cómputo). Hasta hace dos días las competiciones de rugby y fútbol australiano seguían desarrollándose y los deportistas continúan su preparación en sus lugares de entrenamiento.
Pero la certeza de que la epidemia se va a extender ha llevado al Gobierno a tomar una medida de cierre de fronteras que impediría a sus atletas participar en los Juegos Olímpicos de Tokio, si estos mantienen su calendario.
"Esto no tiene una rápida solución, no es algo que podamos encauzar en dos semanas o en un mes", ha advertido su Primer Ministro, Scott Morrisson. "Para que las cosas vuelvan a la normalidad debemos estar preparados para que las restricciones [incluída la de viajar al extranjero] duren seis meses. Es un momento crítico, absolutamente crítico para nuestro país".
Esa prohibición de viajar a sus nacionales no contempla ninguna excepción, ni siquiera para que sus deportistas compitieran en Tokio. Días atrás, el entrenador jefe de su selección de natación, Jacco Verhaeren, se posicionó a favor de retrasar los Juegos en vista de los problemas que los deportistas de otras naciones estaban teniendo para entrenarse.
Comentarios